martes, 29 de marzo de 2011


Fotografía de Raquel Almaguer 

  
  La máquina de coser suena. Un carro pasa, y otro, uno más por allá se escucha. En la radio que viene y va hay música española. Llegaron los vecinos y una moto se enciende, otro carro. La respiración tuya y mía, como en canción de apareamiento. Alguna tela sacudida (no conozco bien la onomatopeya de esta acción). Niña llorando, aquí viven decenas de estas pequeñas bestias, hermosas criaturas caricaturas clones y vete de aquí, nos dijeron alguna vez. La impertinencia la tenemos moderada, ahora un swing suena. Hay mucho viento en la ciudad y le falta un pedazo de pared a mi cuarto. Primera y segunda persona, primera y segunda clase. Tercera llamada. Comerciales oficiales gubernamentales o una mentada de madre. La segunda sin cebolla. ¿Será que nos estamos borrando la raya?

La ruta de nosotros siempre será de ladito

Cabeza rota
pies con hongos, otra vez.
Rock que no es rock,
ni nunca fue, ni será rock.
Lo amorfo del pensamiento se acomoda a veces,
 y aveces no.
Cabeza atada
en un palo,
escurriendo gusanos.
Cuando camino y veo
como que no soy
y luego luego me mareo.
Morelia, perrita sucia,
Felix robando botellas porque no bebe desde hace muchos años,
es sólo un robo más,
no hasta el tope,
es el ritmo maldito que no cesa.
Ahora vivimos esperando la muerte,
apresurándonos a todo.
Tiembla en la tierra:
es el corazón de todos los malditos,
los llamados NOSOTROS.




Fotografía de Caliche Caroma