martes, 21 de enero de 2014

  La temporalidad como gozne de las estructuras, como llave mágica de Alicia. Ente que responde por el ser en general, por su sentido: Yo. ¿Qué es el ser? Lo omnipresente. Hablar del mundo, de la cotidianidad: la aperturidad, la facticidad, la caída y el Santo. El concepto de tiempo se ha hecho confuso y desarraigado, porque Cantinflas va a la cantina: ¿cuál es la forma de ser del tiempo? El tiempo es el constante retorno purificador del agua en garrafón. ¿Por qué preguntamos por un viaje en el tiempo? Porque toda existencia es en el tiempo y en el espacio y los viajes me gustan mucho. En los parágrafo 56 y 57 de Ser y Tiempo, cuando Heidegger habla del tema de la angustia, me angustio. Es la punzante conciencia de que no puedo estar bien con los otros, con el total de los otros, a veces unos y a veces otros. Pero estar bien es muy relativo, estar también es muy relativo. Frente a su muerte mi vecino grita y paso de lado, para no salpicarme. La llamada es silenciosa, se escucha nada, ¡bueno, bueno, quién habla! La espacialidad y la gravedad vinieron a mi casa cuando yo no estaba, así también será con el tiempo, es que estoy muy ocupado.
  Vi a los hermanos, se lamían sus penes, uno al otro, otro al uno. El semen corría pero no ganó el primer lugar. Los hermanos estaban unidos, hermanos de leche como la película en que trabajó Jorge. En primer lugar esto es un muro, una pared del cuarto menguante. Lapankimesli era un periódico mural que se hacía en los pantalones. Orgía en el sueño, porque los hermanos se encuentran desnudos, porque los sueños denuncian a los gordos detrás del ordenador de vacas, ordenador de pizzas, ordenador de padres que mantienen a los hijos hasta que mueren las anchoas.
El miedo a la historia y la falta de dios, estamos desnudos.
  Son las ocho de la mañana y en la calle el perfume femenino anuncia otro día, otro día en donde las mujeres, con su belleza y su fuerza inextinguible, hacen posible que el mundo no se destruya. ¿Has olido esa fragancia?
¿Y quién defiende a los sicarios?
Sus padres, porque el amor es muy grande.
El estado, porque el dinero todo lo puede.
La televisión, porque la mafia es una familia.
Los sicarios son la base de la economía nacional,
no los lastimes.

Democracia caliente o de la ebullición nacional

  Podrida democracia de televisión y redes de araña informática que confunden a la mosca de la opinión pública, detén tu barrenador camino, yo te invito a chingar a tu madre junto con todas aquellas cosas que representas. Los descompuestos hijos que no abortaste a tiempo quieren guerra en tu nombre porque no fuman marihuana y les gustan los comerciales que se pagan con el dinero de los impuestos. Un país de comerciales idiotas en donde al gel se le llama cultura, ¿eso es lo que quieres? Los amantes (con sífilis) de la ley quieren pelea y gritan: ¡Sangre, que les corten la cabeza! Un circo como pretexto para las canciones de Los Tigres del Norte que están tristes en su mansión. Millones de personas se encuentran atentas a la filosofía del cangrejo. Desde sus casas, a través de sus pantallas de plasma, desean ver las cabezas de los cabecillas de la rebelión rebelde, en esta redundante masacre lo que buscan es la paz del sometimiento y los refrescos de cola. ¿Que este país se llama Engaño? México ya no existe, se murió antes de que naciera, lo que queda es un cadáver y no precisamente exquisito. Están destruidas las carreteras panorámicas donde se miraba la contradicción. Hay que alejarse, tomar distancia para ver la gran tontería mundial del progreso, cuando el horizonte es amplio se puede ver claramente la sangre negra de esta tierra, tierra a la que pronto le importaremos nada. En la memoria de la tierra no existen los insectos humanos ni la democracia. Mil macetas y la historia de la tierra, del corredor no pasas. Democracia es palabra cansada pero llena de marcas registradas, aplastados fonemas y morfemas, democracia embarrada en los mocasines asépticos de los políticos partidos por la corrupción inherente a los automóviles último modelo. Los soldados pasan y se pasan los altos que ellos llaman justicia; los helicópteros amenazan a la cabezota despeinada del pueblo, ya no hay agua, ya no hay besos ni rosas. Oí hablar al gobernador Pellejo de grandes esperanzas pero creo que sus esperanzas han ido y venido de la chingada, calculo que un millón de veces siete por siete, las promesas de su cielo son flatulencias. En esta tierra sólo hay sesos regados por las carreteras calientes, sesos de niños, niños que se enfrentan a los payasos de verde, a los payasos de azul, a los payasos burocráticos que mantenemos no sé por qué. Tal vez sí sea tarde para la utopía, es la noche de la humanidad las que nos envuelve con su manto negro y frío, pobre del color negro como metáfora de la muerte. Humanidad como sueño de los individuos, humanidad como tratado de filosofía novohispana, humanidad como movimiento artístico, humanidad como pretexto de Benedetti, humanidad como desperdicio de palabras.
¿Qué es el estado? Un discurso falaz.
En mi país los besos son balas.
Hoy vi de nuevo a esa ave de plumaje dorado,
estaba en mi ventana.
Cantaba el ave.
Pero yo vivo en un sótano.
¿Cuál ventana?
La mente me traiciona.
Lamento haber sido ave.
Soy pájaro nalgón.
Te quiero aunque no existas.

Muerte reciclada

De muerte me como un taco, informó el narrador omnipotente al público de los sueños castrados, sin cebolla, por favor. Las personas se suceden, cambian, las personas son abono, de la primera a la tercera, plural del singular, masculino del femenino que se pudre en la tierra. Los esqueletos no usan sostén, muchos menos pantalones. En esta ciudad hay catrinas burocráticas que no lo dejan morir a uno, dos, tres, cuatro, cinco veces me negaste, Piedrito. El gallo de la madrugada está parado sobre la lápida, es un epitafio con alas, pero no vuela. Narrador dixit con máscara de Hidra de Lerna: No me dejaron agarrar aire para mi bicicleta. De noche clara de huevo con luna negra, dos de noviembre montado en escoba, Goethe sin calzones escribiendo suicidios. Están a punto de darle un premio al cadáver de la literatura local, alguna salchicha alemana disfrazada de calabaza, siempre con factura bruja, petatearse de creatividad para ganarse unas horas de felicidad, zombis con cheques en la fila del banco. Rima forzada antes que robada, usurpadores de cuerpos metafóricos. Yo muero, tú mueres, él nos entierra. Lo fúnebre mexicano con su flor de cempasúchil, payasadas amarillas en los cementerios, el pretexto perfecto para embriagarse en las tumbas, orinarse sobre los abuelos ¿existe algo así como un reclamo metafísico? Descansar en paz, extraño eufemismo para la caída libre. Otras imágenes, algo menos mosqueado, verbigracia: la pierna cercenada de un diabético. Poe montado en un cuervo gigante que defeca sobre la negra ciudad, las luces se pierden allá abajo, mugre en el infierno, alcantarillas de cruces. Macario come guajolotes en estado de putrefacción, a nadie le da, es decir, sólo nihilismo rostizado. Los insectos viven poco, no disminuyen las muertes chiquitas, cucarachas, moscas, mosquitos, qué contradicción el No, una afirmación negativa envuelta en el periódico de ayer, el réquiem del sí, acepto. Porque de noche es la muerte y se casa con la incertidumbre. Muertos que están resucitando cada vez más en este escrito, cada vez menos tiene sentido existir, afuera hace frío. Debo parar, dejarlos, dejar los muertos, titubeó el narrador. ¿Es la muerte un juego de limón? No juegues con los huesos de la abuela. Número fatal el de la bestia que nos visita en este fin del mundo doméstico, cero uno ochocientos muérete ya, Jaime. Le ha llegado su calavera al total de relaciones en constante picada. ¡Fin de todo trabajo!, gritó alguien, y es que todo el sufrimiento no es sino arena mar que un niño pisa, el descanso eterno sólo es posible en la playa del olvido. ¿Vacío, nada es el vacío? ¿Quién lo vació? Calendario absurdo el de los narradores del tiempo. ¿Cuáles son las facultades del intelecto que intervienen en la imaginación? ¿Qué ocurre fisiológicamente cuando uno imagina? Y cuando uno muere, ¿seguimos imaginando al narrador? Mortis. Mono, mono supremo, también el mono supremo muere, memento mori. Respira, no nos dejes, Artemio, carga tu cruz. Y los perros mexicanos son muy pobres aunque las muertas de Juárez sean ricas en desprecios oficiales. La culpa está repartida. Caminaste mucho, abandonar el camino es una opción, perverso atajo. El jinete te llama, es tu hora marcada como en la teleología de las lágrimas, el fin de todos los fines es la coladera. Léase como una oración a medio día, hincado, pidiendo perdón. Guadalupe el Carnicero hará de ti algo útil, tacos. Guadalupe Posada fuma cometas mientras baila sones huastecos con la Flaca, muerte grabada, grabado, grabación mortuoria. La fotografía es el punto muerto en donde Roland Barthes se luce (antes de ser atropellado) y nos habla de la despedida de su madre. Entonces el movimiento, movimiento ubicuo, perpetua vela encendida, llantos en los rincones. Rendir culto a la Santa Muerte puede causar chilanguismo exacerbado. ¡Fin o truco! Aunque la muerte dé miedo, a pesar de su gélido abrazo, habrá que invitarla a cenar unos tacos de cochinada con su salsa de aguacate. Caducidad de una lógica en luto. Expirar en el último renglón.
  Comienzo a finalizar desde el cuerpo que soy. Los vidrios de las ventanas de mi alma están estrellados. La causa y el efecto se pueden ir, los alcanzo más tarde, de noche, cuando el sol esté de cabeza. Voy en bicicleta viendo la hora en el reloj de lo relativo. Estos enunciados se sacuden como si fueran trapos, trapos sucios, trapos limpios, por más que trapo no te ensucio. Cada vez que la gente habla de los festejos y los aniversarios me pregunto: ¿qué es la gente? Y no encuentro libro alguno que me dé respuesta, que me dé un taco de sabiduría. ¿Por qué festejan la violación de los recién nacidos? Comienzo por el final, ya estoy advertido, he de morir viviendo. Risas, aplausos, bancas, riñones, un montón de cristales rotos flotando en el vaso con agua, vaso de agua, vaso sin agua, vaso y agua. Hago el favor y pido mis pagos. Debo tanto que escribo cuentos que parecen poemas que dan risa que el queísmo destruye. Finalizo en medio de las piernas de un normal, porque lo normal es el asesinato de las moscas.
  La teoría del estado ya se cansó del engaño, ni buenos salvajes ni Leviatán, ni empresas ni oligarquías. El estado ya se cansó de la teoría del estado y del abuso de los poderosos. Los individuos ya no quieren estar sujetos a esta coerción de la personalidad nacionalista que sólo sirve para elaborar discursos y homenajes al culto del onanismo político. Ahora la acción demanda acción, no hay más. Y es que el pueblo se ha resignificado. Doña Cholita sigue vendiendo tamales aunque el gobernador tenga sida con cáncer. El poder judicial es el problema central, éste existe porque ellos mismos son juez y parte, el poder judicial es el culo y la mierda, lo peor de todo es que tienen armas. O dejan de ser esbirros de este absurdo y regresan a la comunidad de la que son parte o habrá que inaugurar más cementerios. Y ni siquiera le hemos preguntado al territorio si no se ha cansado de sostenernos, de sostener a este engaño maldito que a diario atormenta al corazón de la tierra.
  La ilusión no es esperanza, es engaño. Lo cual no quiere decir que siempre sea un engaño maligno o perverso, se podría decir que vivimos de ilusiones, es lo que nos mantiene de pie. Pero no hay que perderse en el engaño, habría que cerrar de vez en cuando la llave de las ilusiones. Tener sed, hacer esperar a la ilusión, la esperanza de la ilusión.
  Pobres de los pobres-pobres en invierno y en verano y en otoño, de sus sábanas pulgosas llenas de mierda y de promesas de campañas políticas. Políticas prometedoras, una pausa, la batalla está cerca. Ricos los ricos calientitos que se cojen por el culo a sus sirvientas, calefacción, carne, risas, calientitos. Pronto, pronto, pronto. Y es que he tenido un sueño, un sueño en donde dejamos de creer, un sueño de ruptura. Pero la Secretaría de Sueños no me ha pagado y no sé si pueda seguir soñando en plural.
  Navidad, y yo sin ti, equidad. Recuerdo al Buki cantando una canción junto al árbol artificial, pobre Buki, siempre fue tan sentimental. No hay nieve de limón ni San Nicolás, sólo existen los poderes fácticos. Lo que queda en el refrigerador son los restos humanos de una raza cómica y un poco de pavo con cáncer, pura risa en pedazos pequeños. Y es que vi a un niño inyectarse agua sucia en las venas y me sentí tan feliz por haber terminado el libro de las felaciones que me prestó Jesucristo, el mejor amigo del hambre.