miércoles, 29 de julio de 2015

Reencarnar

Ser árbol después de morir
Última oportunidad
Para estar en paz.

martes, 28 de julio de 2015

Semáforo en amarillo

  Bajo el sol espera una moneda, el color de la necesidad se confunde en los bolsillos, el cuello lo tiene negro de tanto esperar. ¿Amarillo o dorado? Palíndromo vertical en crisis, es el astro rey que no cabe en su cartera.

Una de taxistas

  Estaba muy enojado, al punto de que sacó su navaja todavía manchada de sangre, el taxista quería cobrarle veinte pesos más porque, según él, eran muchas maletas, pero ya había pagado la cantidad que  indicó la operadora de la central de autobuses, cuarenta pesos, no más. Primero trató de hablar con él para llegar a un acuerdo, fue inútil, dijo que no lo llevaría si no pagaba el exceso de equipaje, "Agarra otro", comentó el taxista estoico. Lo insultó, "Es usted un ratero", no iba a permitir que se aprovecharan de él. Aquí fue cuando llegó el coordinador de la central, "Hay cámaras y te estamos grabando, si sigues discutiendo con los taxistas voy a hablarle a una patrulla". Llama a tu puta madre, quiso decirle, al final pagó los veinte pesos de más que le exigían las leyes tácitas de los taxistas de la central de autobuses en Morelia.

Entre otras cosas

  El mundo es una palabra con eme, pero es mas fácil decir te quiero. Ya sé que los días son buenos, a la mitad le llaman medio. Siento que el vigilante no hace su trabajo como debiera, yo debo mucho, entre otras cosas, te amo.

Ir a las tortillas

   ¿De qué huye el escritor? No huye, sólo cree que escapa hacia un lugar solitario donde podrá rumiar su asunto con tranquilidad: Deseo inmolarme dentro de ese inmenso misterio que soy yo mismo; al despedirme tocaré un réquiem con mi silencio. Nadaré con calma de regreso hacia mi casa, la vía láctea, misma que siempre llevo sobre mi espalda. Hay que observar con cuidado, como si fueran las letras pequeñas de un medicamento, por ejemplo un clonazepam. Ahí está el escritor, entre líneas lo vemos asomarse. No es que el escritor sea sus personajes, el escritor ha visto los ojos del diablo, ha intuido algo y utiliza signos, símbolos, anécdotas, patologías familiares, recuerdos del más acá. Tropos y trapos. Y entonces ocurre, al niño enamorado de su madre, Edipito, le roban la bicicleta; al personaje mitológico castrado le caen mal los camarones. El escritor se mira en el espejo y lo que ahí ve le saca de quicio. Nos ve y se ve, al vernos se da cuenta de la broma, se ríe para no llorar. ¿Qué ve en el espejo? Máscaras, muchas máscaras que significan muchos problemas, la vida es un problema, Álvaro de Campos es un atajo de dudas y cuestionamientos, es ira pura. Comienzo a pensar que vacaciona en mi cabeza. El escritor hace como que se aleja, como buen antropólogo toma distancia, en realidad sólo da vueltas sobre el mismo lugar para destapar algo, alguna cloaca de la impropia idiosincrasia. El escritor se parece al mayate (Cotinis mutabilis). La suya es una fuerza centrífuga, gira alrededor de la fogata, quiere saber quién trajo el fuego, y qué es eso que llamamos fuego, para qué sirve. El escritor va un tropiezo adelante, le gusta perder la razón y las llaves, hacerse el dormido en las mesas del bar con la esperanza de escuchar algún chisme de alcoba. Este escritor al que nos referimos, el que hoy llama nuestra atención, se clava en la textura, así es como se dice coloquialmente cuando queremos referirnos a la profundidad de un autor, a su trabajo de campo. ¿Escritor de qué? El contenido de este cuento será revelado dentro de cien años. En su haber tiene poemas, relatos, cuentos, epigramas, aforismos. También le gusta la arquitectura, "Escapismo en espiral" es el nombre de su último parque de diversiones. El espiral es un sacacorchos metafísico que se llama humor. Freud escribió sobre el chiste, se abre una brecha en la atención cuando alguien dice un chiste, se relaja el asunto aunque no pierde importancia; Henri Bergson tiene un libro acerca de la risa, dura la carcajada; Octavio Paz habla de la risa como algo divino, sólo el que entiende ríe. El trabajo es lo contrario de la risa; serio, castigo divino que el juego aliviana. Juego y risa. Los dioses ríen todo el tiempo, y estos deben de estar locos porque nos dieron la vida. Nuestro escritor juega cuando escribe, el humor que encontramos en sus relatos nos hace pensar. El Gallo se levantó encabronado. La locura acompaña a Miguel desde hace años, ya iban a las maquinitas juntos, en vez de ir por las tortillas. El Señor Tarántula sabe que la suya es una enfermedad psicosomática: Las gotas del médico no ayudan en nada. A propósito de la combustión, Miguel Ángel García teje historias con fuego, cita a Nietzsche y le dedica un relato a Sade, Heráclito tiene quemadas las manos por tanto ¡oriuquen!: Eligió a Ryu, un peleador japonés. Con habilidad ejecutó comandos y secuencias entre palanca y seis redondos botones, con ello logró feroces embates: patadas fulminantes, furiosos uppercut con la mano derecha y demoledoras esferas de energía minarían la vitalidad de sus adversarios. El exceso de video juegos alteró la conciencia de unos de sus personajes, quedó frágil de mente, al igual que el autor, ambos han perdido su identidad, dentro y fuera del texto. Ya no sabe quién es, no recuerda cuáles son los elementos constitutivos de su ser, duda, y qué bueno, los maniáticos son aquellos que creen demasiado en sí mismos. Luego están las inversiones, Jonás vomita al pez, el martillo es de fayuca, los zancudos no tienen miedo, de hecho nunca lo han tenido. El escritor desaparece, se escapa. Este mundo está de cabeza, la historia es ficción, porque al recordar ya estamos mintiendo. Ahora a leer "Escapismo en espiral", una última probadita: "¡Chingas a tu madre!”, así le gritó. “¡Chingas a la tuya pendejo!”, le respondieron. Y en efecto, los dos se fueron a chingar a su madre, eso sí, cada uno por su parte: comerciales. De inmediato aprovechaste para servirte refresco y preparar unas palomitas con extra queso y extra mantequilla (a tu edad eso del colesterol-triglicéridos te parece un tema muy lejano).

"Escapismo en espiral", Miguel Ángel García, ed. Silla Vacía, Morelia, 2015.

(Texto leído en el Museo del Estado de Michoacán, 22-julio-2015, las cursivas son citas del libro de Miguel Ángel García, alias Sr. Tarántula)

Irapuato, un rato

¡Galletas Joshua
Galletas hoy
Galletas de verdad
Galletas Joshua
Galletas hoy
Galletas de verdad
Galletas Joshua
Galletas hoy
Galletas de verdad!


Dentro de un momento
Adentro de él
En la compleja mezcla
Puré exit tensorial
Viajaré
Iré lejos
¿Todavía hay espacio?

Despacio anda el camión
Ya ando

Le compro galletas a un drogadicto en el trayecto
Se subió en la salida a Salamanca
En la parada del Tecnológico
Está mamadolores
Como albañil

¡Galletas Joshua
Galletas hoy
Galletas de verdad
Galletas Joshua
Galletas hoy
Galletas de verdad
Galletas Joshua
Galletas hoy
Galletas de verdad!

¿Cuántas paquetes vas a comprar?
No acepto un no
Dame dos

Es casi un poema
Cómo negarse

  Los albañiles dicen media cuchara cuando quieren referirse a la lucha de clases, argot elíptico-telúrico, voy en camión rumbo a Irapuato. Escribo en mi table, aunque quisiera poner libretita. Se queda ese voy, se queda ese escribo en mi table. Un constante fluido de lo que soy hacia un destino cualquiera, el movimiento permanece en el texto, la duración de la oración. Digo Irapuato, pero podría decir Ostula. Nadie va para allá. Ni siquiera se trata de un reclamo de moda, están cuidando las salidas, la verdad es que sí matan.

Sí, la tortura es un hábito
Sí, viajar es un paso doble
Sí, el mole tarda en estar

  A las 10:34 llego a mi destino, el encuentro conmigo mismo, estoy decepcionado por esta disección, no he hecho la tarea, me quedé en el recreo, imaginando que cambiaría algo con imaginarme que cambiaría algo. Merezco que los vendedores de galletas me sometan.

Repito

El ejército de mi país asesina niños mientras escribo esto
Esto es mera palabrería que poco puede contra las balas
Balas disparadas en nombre del valor y la lealtad
Lealtad de lo muertos en el altar del Santo Padre Impuesto
Impuesto que se paga para seguir con la función de la Democracia
¿Democracia? Lloran las madres y los padres de los caídos
Caídos los frutos del último árbol de este bosque de promesas
Promesas y caídos y democracia e impuestos y lealtad y balas
Esto que escribo y el ejército que mata niños
Lo único que queda es el eco de los gritos.

Idiosincrasia

  El mexicano siempre busca divertirse, frente al fin del mundo él baila, goza los últimos momentos, cinco minutos más, un ratito, un ahorita. Sueña con una existencia fantástica, ésta es demasiado solemne, le faltan fuegos artificiales, papel picado, mentadas de madre, chile. Las formas rebuscadas y coloridas son sus favoritas, lo barroco y el mole de olla, hasta el panteón llega el fandango. Refrescos de limón. Mexicanos al grito de "¡Se arma!", una fiesta en cada cabeza que avanza por la plaza pública de la esperanza: sí se puede, sí se pudo, sí, dame otra, yo la pago. Soldados charros desfilan el dieciséis de septiembre a las once de la mañana, cuernos de chivos, honores a la bandera. Jamás marcha de verdad, sólo representa la farsa de lo formal. Sus instituciones son de cartón y periódicos reciclados. Disfrutar la vida, pasar un buen rato en compañía de sus amigos, tomar cerveza fría, he aquí sus metas, sus objetivos. A la pregunta por el sentido de la vida responde con una carcajada. "Me río para no llorar", más que un lema es un tatuaje. El mexicano también trabaja, suda, sabe lo que es ganarse una tortilla, o un kilo de tortillas. Pero este trabajar no pasa de ser un juego, nada tiene de serio su laboriosidad. La pasión del mexicano se desborda, la Virgen de Guadalupe juega fútbol, los mariachis andan sin pantalón. Ruido, harto ruido para no quedarse dormido. Mexicano corazón de neón, abierto las veinticuatros horas, tacos, tortas, tamales. Este mexicano es imaginario y colectivo. No se trata de hacer una ontología, para eso están las telenovelas, lo verdaderamente importante tiene que ver con su sonrisa, mueca grotesca, gesto divino. Lo nacional es la alegría.

viernes, 17 de julio de 2015

Concursos

  Cuando estudiaba en el Colegio de San Nicolás (ya llovió) participé en un concurso de literatura que organizaba el gobierno del estado, era algo nuevo para mí y tenía confianza en las instituciones, pobre tonto. Veía con ilusión el premio en efectivo que ofrecían: quinientos pesos. De verdad que le eché ganas, para entonces yo había leído y escrito mucho, era un adolescente algo raro. Gané el triste segundo lugar: doscientos cincuenta pesos, es decir, perdí. El premio principal fue para una señorita que vestía minifalda y olía mucho a perfume. Se leyeron los cuentos ganadores y, como buen perdedor, sentí que mi cuento era mejor que el de ella, no tiene nada qué ver con cuestiones de género, recuerdo que su texto era una vil copia de la leyenda de la Llorona. Al año siguiente decidí participar de nuevo, sacarme la espina, como se dice popularmente. La misma señorita obtuvo el primer lugar y yo quedé en segundo, el doloroso ya casi. Otra vez estaba seguro que superaba con mucho a la ganadora. Mi relato se intitulaba La muerte y el escritor de plástico, era una crítica al mismo certamen en que el había sido humillado ya dos veces seguidas. Fui con uno de los jurados, un escritor michoacano "reconocido", y le hice saber mis inquietudes. Lo que él me dijo se quedó grabado en mi ser para siempre: "Sí, fue mejor tu texto, también el del año pasado, tienes razón, pero es que ella es hija de uno de los jurados, además es muy guapa. Tú échale ganas, después vendrá tu oportunidad". Me sentí de la chingada (véase El laberinto de la soledad de Octavio Paz), juré no volver a participar en ningún concurso. Así lo he hecho. El día de hoy veo los resultados de los premios de literatura que otorga la secretaría de locura del establo de Michoacán; varios conocidos míos resultaron triunfadores, bien por ellos. Pero notó que los jurados son los mismos ganadores de años pasados, un círculo vicioso que al parecer a nadie incomoda. A algunos de estos jurados los conozco bien y sé que tienen serios problemas de ortografía, por decir poco. Al parecer la regla es la siguiente: ganas muchos concursos, ergo, eres buen escritor. Luego, ya ganaste, ahora eres jurado. ¡Vaya criterio! Basta con que se lea un poco de la obra de los escritores "premiados" para enterarse de la calidad que contienen, hay excepciones, claro, sin embargo sigue siendo ridículo esto de los premios-apoyos que una institución (dudosa en todo sentido) otorga por algo que obviamente no trascenderá y que pocas veces está bien escrito. Un desperdicio de dinero. Lo mismo ocurre en la academia, léase "Cómplices del plagio" de Luis Fernando Granados. Yo llamaría a esto de los premios y los jurados, que son los mismos, "Cómplices de la farsa". Se me dirá que soy un resentido porque no he ganado nada, es cierto, no he ganado porque no he participado en el teatrito de los escritores reconocidos. Y sí, estoy molesto porque estos concursos son un robo y una pérdida de tiempo. Levanto la mano con una seña obscena, grito y escupo, digo lo que pienso, aunque lo que piense no esté bien visto. Me quedó con una cita del libro favorito de Peña Nieto: "Por sus obras los conoceréis".

Tres epigramas infestos


*
Antes fue novio de mano sudada.
Vivía en una casa:
ENORME
ENORME
ENORME.
Solo ahora, sus hijos se fueron.
Vive solo, la esposa también.
Tiene una camioneta y toma té.
Café no, lo que más quiere es dormir (morir).
¿Quién quiere ser como él?


**
  Piñata conquista de México. Está llena de flores y espejos, oro de Plutón (tristes traiciones bajo los árboles de la noche), dulces de la región. Descortés sería atacar primero. Hombres morenos violados, bilingües malinches. Mujeres blancas, castas, castizas fieles. Mulato de Malí. H muda. Visión catódica de los vencidos. Borrosa y roja la bandera. De lejos perecen los objetos. Vino tinto en el parabrisas de los acontecimientos. Madre, Franco no llega, los adioses están más cerca de lo que parecen, arden como la velocidad de la tragedia, un déjà vu perenne. Patria, verde tu hijos la fuman en el penal que no fue. Centro de re-adaptación histórica. Las tumbas son sagradas & el turismo internacional manda.

***
Espada de carne
katana al pastor
sabrosarma
tomaron de más

Humedad
calor 40.5
son son sun
sombra en las gradas
los quema les pega
seis cinco rayos
de
dados amarillos
lombrices de luz
pum!

Tarde tardé en darme cuenta
del cobre en los pensamientos

Hacia abajo es un círculo
parrillada
pozole
pandemónium

Quemando mandé noticias
salchichas
chorizo
nopales
a la tierra de los abuelos
a la policía

Encerrados por structuralism
beer revés beef
se calienta.

jueves, 9 de julio de 2015

Y llegará el día de la sed ubicua
Cuando no exista más que desierto
Entonces las lágrimas serán oasis.

Advertencia

  Estás en un serio problema, esto quiere decir que puedes morir, que morirás dentro de poco. No sabes nadar y el mar te arrastra hacia el fondo, tu resistencia te sumerge una y otra vez. Por imprudente te pasa lo que te pasa, tautología infalible, debiste permanecer en la orilla. ¿Y ahora qué sigue? Tus gritos se ahogan en la inmensidad del océano. El sol es el único testigo de tu tragedia, es un sol mudo e insensible. Has tragado tanta agua que tienes un mar dentro de ti. Miedo, terror, pánico, pasas por todos los niveles de la desesperación. Un último "Ayúdame Dios mío" y se acabó. Después de dos horas las olas te depositan en la orilla, ya sin vida, ya sin ti. Tu cuerpo será descubierto por algún bañista distraído que buscaba caracoles en la orilla. Servirás de ejemplo, que no se repita tu error, para que otros tengan precaución. Dirán: "Aquí se ahogó alguien". Te convertirás en una advertencia.

Matiné

  La mañana tiene algo de extraordinario, es la sorprendente voluntad que nos hace seguir, continuar con la existencia no importando los problemas del día anterior, un sí a la vida a pesar del dolor y el sufrimiento, afirmación con la frente en alto aunque los pies estén hinchados, el verdadero pesimismo es positivo. El gallo urbano canta, la campana del basurero, los motores de los automóviles, los gritos de los vecinos. Una magia matutina que se esparce como el rocío; esas pequeñas gotas que se forman en las hojas de los árboles y caen sobre los indigentes que duermen en las bancas de los parques y las plazas públicas. Gente por todos lados camina con prisa, van rumbo a sus trabajos, frescos algunos; otros, cansados y sucios, regresan a casa para llevar a sus hijos a la escuela, si hay suerte quizá lleguen a descansar. Esta ciudad parece que se detiene por las madrugadas, pero no es así, sigue moviéndose, es como un vaso de agua, microorganismos en constante fiesta. Seis antes del medio día, las ambulancias y los transportes escolares esperan el verde del semáforo, los mercados ambulantes ya están terminando de montar sus puestos, la algarabía comienza, el mundo sigue girando aunque no nos demos cuenta.

Tortillas

Mi madre llegó ebria a la casa
Celebró su cumpleaños
Cincuenta y cinco veces lo ha hecho
Bajo por si necesita algo
Seguro haría lo mismo por mí
Platico con ella en la cocina
Tiene un hambre monstruosa
Es el alcohol que abre el apetito
Hace preguntas sobre mi vida
Investiga los últimos acontecimientos
Intenta saber quién es su hijo
"Háblame de tu novia, de tus planes"
Dice que la gente ya casi no se casa
"¿Tú para cuándo? Quiero ser abuela"
Me preocupa que no haya tortillas para su cena.

Gris

  José Revueltas dice que toda teoría es gris. Dicho así, sin contexto ni explicación, poco sentido tiene tal frase. Pero cuando intento darle orden a mis "ideas" entiendo lo acertado de esta analogía cromática. Gris, que apenas alcanza el rango de color, es el tono de mis pensamientos. También son grises las tardes nubladas, aunque no me ponen triste, sólo un poco melancólico. Sobre esta última palabra Roger Bartra ha dicho demasiado. Pienso en los nombres de los autores con los que he pasado tantas horas en mi sillón, las charlas silenciosas, los cuestionamientos y las respuestas mudas. Es una larga lista gris que intenta hacer brillar mi sombría personalidad. Puros buenos propósitos que no se concretizan, mi ignorancia es plomiza. Por ejemplo, hace dos años intenté escribir un pequeño texto sobre Emilio Uranga, después de haber leído bastantes de sus textos me di cuenta de que ni siquiera sabía el lugar exacto de su nacimiento. Panorama gris el mío, sin teorías, sólo muñones de ocurrencias. Hasta cuando sueño lo hago en blanco y negro, en una escala de grises oníricos. Tengo varios libros que son de color gris, mencionaré dos. Uno es la "Pedagogía" de Immanuel Kant; el segundo, de un gris casi verde, es "Zanahorio" de Jules Renard. Sí, a pesar de que no llego ni a hipótesis, no importando que la existencia mía es grisácea, monótona y aburrida, aún puedo decir que algún día mi vida estará llena de color.

Sobre la ficción

  Esto que cuento no necesariamente es la vida mía. Relato, crónica, poesía o lista de mercado, cara de libro, mi canto, portada y contraportada, epígrafes aquí y allá, en vez de sangre tinta, en la nuca tengo el índice. Lo que escribo es más ficción decolorada que realidad consensuada. Un tango es un tango y algo más, lo mismo puedo decir del sonido de un elevador. Escuchar la lluvia de notas, mojarse sin sentido, dejar el paraguas y la interpretación para después.


  Cruzo la calle viendo hacia ambos lados. Sé que a pesar de las precauciones pueden atropellarme, pasar las llantas por encima de mi humanidad esquizofrénica, el metal, fibra de vidrio u otro material, se me encajaría en el cuerpo aplastado, aventado por allá. Habría mucha sangre, pedazos de mí. Puede pasar.


  También puedo ser yo el que conduce el carro. Yo, tú y él. Hablo de mí como si fuera otro, digo él como si de verdad supiera lo que pasa por la mente de la tercera persona. Omnipotente e impotente, un dios cojo, tuerto y tartamudo.

  Luego vienen los problemas normales de la anormalidad: ser o no original, el plagio, el tributo a los libros leídos, el guiño, millones de citas, los kilogramos de papel consumidos, el valor de la pena, los acontecimientos familiares, aquellos amigos que se han muerto, los que siguen vivos a su manera. Concursos, títulos universitarios, enfermedades, iluminaciones, intuiciones, tienes que hablar de lo que eres pero sin mostrarte completamente, cubierto por la sábana blanca de tus obsesiones, insinuando un sujeto, un personaje que se parece mucho a ti, un Yo todo poderoso que reparte adjetivos sin compasión.

(Última flecha hacia abajo)

  Más acá, en el vértice de las definiciones, donde coincide la creación y la sorpresa del otro, planto un cadáver. ¿Por qué? Porque puedo.

En la ruta roja 3

  Hice la parada frente al Seguro Social, la combi se detuvo media cuadra adelante. Corrí porque no quería llegar tarde al trabajo, otra vez, ya estaba advertido. Al subir, el olor a vómito se hizo presente, esa mezcla de ácidos estomacales y leche pasada que resulta tan desagradable a la hora de la comida, eran las tres y media de la tarde. Por la mirada incómoda e insistente de un pasajero hacia una dirección determinada, descubrí que fue una niña la que había devuelto el desayuno, yo iba parado, como es costumbre en esta ruta, y noté que la pequeña tenía un aspecto enfermizo, pálida y con la mirada perdida. Su papá la abrazaba nervioso con un brazo, volteaba hacia los pasajeros, como pidiendo disculpas con los ojos; mientras que con el otro brazo limpiaba los grumos blancos que estaban esparcidos en el asiento y suelo del vehículo. La madre iba frente a él, cargaba a otra niña que dormía, al parecer ésta no supo nada del asunto digestivo de su carnala. Noté que eran gemelas, andaban por los cuatro años más o menos. Le pregunté lo obvio al padre: "¿Está enfermita?" Él contestó que sí, que andaba delicada de salud desde hace unos días y que las niñas no estaban acostumbradas a salir, mucho menos a andar en combi. Luego se quejó de su existencia: "Uno tiene que estar trabajando todo el día y la mamá debe darles cuidados en la casa, es su obligación. Yo quisiera tenerlas junto a mí siempre, pero hay que comer, es difícil, la situación es complicada". La madre peló los ojos y no pronunció palabra alguna. Una señora intervino en la charla y dijo algo acerca de darse su tiempo para estar con la familia. Entonces observé que la mamá de las gemelas era, al menos, unos quince años más joven que su esposo. De ahí que tuviera una actitud bastante sumisa a los comentarios del patriarca. Ella le acercó una bolsa de plástico "Por si acaso le pasa otra vez". "Ya es demasiado tarde, ya ves que volvió el estómago sin que nos diéramos cuenta", comentó ya molesto el señor, quizá porque la plática había descubierto sus traumas familiares. Él no deseaba salir con sus hijas, no por el vómito, sino porque no tenía carro propio y su trabajo, cualquiera que fuera, era despreciable. Después hubo un silencio largo interrumpido por un "Si le pasa por favor". Me bajé en San Francisco.

miércoles, 1 de julio de 2015

Acto de fe

  Hacer las cosas mal se ha vuelto rutina en mi vida. Este punto de desfachatez raya en el descaro. Vengo a confesarme con el público que no pide nada ni da nada a cambio. Total, si yo me voy al carajo el mundo se despeña conmigo. Detrás de las pantallas más pantallas. ¿Por qué esforzarse el mínimo cuando se puede dar más de sí mismo? Ser mejor. ¿Mejor que qué? Mejor de lo que soy ahora. El ejemplo de los otros está ahí, sus triunfos se me embarran en la cara, el éxito para mí es papel de baño usado. Una negación como respuesta a la pregunta por el cambio interior. La virtud no es mi fuerte, estoy escondido en una alcantarilla y las ratas me abrazan. Ahora vienen a decirme que toque más, que lea más, que me haga responsable de los hijos que nunca tuve, que me cambie de casa, que pague mis deudas, que ame a mi prójimo, que perdone a los otros, que sea buena persona. Maldigo tres veces a mi progenitora: ¡Puta puta puta madre! Lo que quiero decir es que soy yo el problema. Estoy convencido de que el error es mi destino y no pienso cambiar.

Nomenclaturas

Protector de mascotas: mascotista.
Protector de zancudos: zancudista.
Protector de ratas: ratista.
Protector de animales: madre sobreprotectora.
Busca la igualdad entre los sexos: señor del transporte público.
Desea el matrimonio entre personas del mismo sexo: dueño del salón de fiestas.
Quiere educación para todos: fabricante de libretas.
Lucha por la paz en el mundo: el enterrador.
Hincaste una rodilla en la tierra, pediste perdón por los errores pasados, tus ojos brillaron de arrepentimiento. ¿No lo volverás a hacer? Es mejor que aproveches esta (¿última?) oportunidad, es tiempo de dejar de vivir como si la muerte no existiera. Que tu genuflexión sea sincera.

Heces

  Tenía la diarrea más hermosa del mundo, un poema de mierda aguada, las heces acuosas no eran flores pero tenían su belleza propia. El líquido marrón contenía pedazos de comida que se esparcían por la taza del baño en una explosión repentina, los calzoncillos estaban sucios y los pantalones comenzaban a colorearse. Dos rollos de papel fueron consumidos en media hora, él sabía que su obra requería un esfuerzo mayúsculo. Su ano estaba irritado, mas su espíritu se mantenía firme, había que sacarlo todo. Las deposiciones frecuentes estaban llenas de música contemporánea, ningún Jhon Cage habría podido igualar tales notas. Él llamó a su obra Popó Persistente. Murió de deshidratación.

Una despedida más

  Esa tarde, casi noche, vi como te alejabas en tu bicicleta, fue en la esquina de Madero con Nicolás Bravo donde me di cuenta de que había terminado lo que nunca se concretó. Yo seguí mi camino hacia Prados Verdes, los charcos me castigaron por ser un imbécil. Te veías como una biciclista muy triste, en bajada sentimental, cuesta abajo del amor, los del transporte público ni se enteraron, yo sí supe que te ibas. Digo biciclista porque a mí no me importan lo usos comunes del lenguaje y así es lo correcto, decir ciclista es una aféresis. Por cierto, tengo todavía el Diccionario de Retórica y Poética de Beristáin. En tus ojos las gotas de lluvia eran lágrimas, pero no llorabas, miento otra vez, lo único que vi fue tu espalda, es que imagino tantas cosas, tal vez sea mi manía de ficcionar. Es el consuelo que nos da el sufrimiento del otro, hace un poco menos doloroso creer que es proporcional el dolor. Tarde me di cuenta del error que cometí. Regresé a la casa que no es mía para torturarme con los recuerdos, la sensación de vacío en el estómago no la calmaba ningún taco, la ropa mojada era la marca de que sí había pasado algo, todo por no traer salpicaderas, ya sabía que no te volvería a besar (esos besos en los que me comía tu boca entera, mordidas tiernas, mordidas salvajes, lenguas desesperadas por explorar las profundidades del deseo). Es verano y las lluvias cada día son más largas e intensas. Si digo que estoy confundido por el clima no es para justificarme, esperaba un día soleado, éste era mi pronóstico. Tremenda tormenta interior y he olvidado el impermeable.