domingo, 14 de agosto de 2016

Estábamos chupando tranquilos

Me piden sinceridad, honestidad, porque sólo así, dicen, el escritor se conecta con sus lectores, dan ejemplos, hablan de Miller, Bukowski, Joyce, puro pinche anglosajón. Va que va, que se arme el cotorreo del ser escindido que casi soy, digo: yo, el más pendejo (no, joven, ahorita no), pregúntenle a los libros que he escrito, ahí están mis cartas de recomendación, las estrellitas en mi frente; mentira, no lo soy, siempre hay alguien más vergas, ni siquiera en eso puedo ser el número uno; yo, el vocativo. Hablo para el gran público que me alimenta con su desprecio, esa masa que me sostiene, la colectividad, la tanda, la ruleta nunca fue rusa, he conocido a puro güero de rancho, también ellos me odian, aunque a veces noto en su mirada cierta empatía, quizá sea una basurita. Aquí estoy, desnudo, con tropos como trapos, diciendo tonterías cuando podría decir la Verdad, ¿a quién le importa la verdad? En mi cuarto apesta a patas, tripas de perro esparcidas en mi cama, me cagué, me oriné, sudé la gota fría porque creí que tenía sida (era sólo un poderoso miembro del reino Fungi). Pero sé bailar con una sola pierna, lavo trastes, mamo el glande (lo dejo limpio), corro y las chichis se me mueven. Tomo coca, fumo mota, mato bachas, pincho el globo. Fungir de payaso literario, nací para esto, aplausos como escupitajos, pido mi postre y me dan desprecio, colecciono estampitas, diplomas en mi baño. No lloro, levanto la cara para que el lodo me maquille, puto yo. Los jóvenes de mi generación tienen todo menos pelo, nalgas y dignidad. No me burlo, estoy enfermo, ¡ayúdenme, por favor!

lunes, 8 de agosto de 2016

Esta poesía ya la escribí mañana (Texto leído en el Jardín de las Rosas a propósito de "Todavía es mañana", del autor Adrián González Camargo, editorial Diablura, colección Troje de Diablos, #3, cinco de agosto, 2016, Morelia, Michoacán).

Todavía es mañana de Adrián González Camargo es un libro de poesía con muy pocos adjetivos, alguien dijo que el adjetivo mata, seguro que el autor también leyó eso de poeta no describas la rosa, muéstrala. Acción, de esto se trata la vida, es decir, la poesía. El poemario de Adrián está divido en tres momentos: Mañanas, Infancias y, el que le da título al mismo, Todavía es mañana. González Camargo se desenvuelve más en el medio cinematográfico, sin embargo las letras siempre lo han acompañado, escribe guiones, que también son literatura, ha ganado premios aquí y allá. Pero esto no es tan importante, no ahora. Lo que nos incumbe, aquello por lo que nos reunimos hoy, en esta plaza hippiosa resguardada por el Manco de Lepanto y Don Vasco de Quiroga (sin carnitas), es la poesía.

Mañanas

No le pregunten de dónde viene ¿qué no ven que proviene de la flor más bella de la luna? Esto lo escribió Reinaldo Arenas, a propósito de su quehacer poético. Adrián tiene un poema que se intitula El fin, antes que amanezca, lo que me recordó ese libro autobiográfico de Arenas: Antes que anochezca. La poesía que nos comparte este autor moreliano es vertical, porque el mundo es vertical, escribe él. En caída, un agujero negro nos invita a desaparecer diariamente, anoche Dios nos traicionó/de varias puñaladas acabamos con él.

Despertar ya es ganancia, la primer parte de Todavía es mañana tiene un tono ligero, divertido e, incluso, filosófico. Adrián González Camargo juega, sabe que su reino es de una página, pero hay alguien más, un ella, una partícula de inspiración, el rocío que nadie más puede ver. Dormir para levantarse y sentir el olor de tu cabello por la mañana. Café, frío y una habitación llena de polvo. Ahí anda el poeta, buscando las sandalias, descorriendo las cortinas a pesar del frío y la lluvia.

Infancias

En Infancias sentí la lágrima solitaria correr por el surco de los años y, un poco, el reclamo hacia la vida, porque estamos hecho para la muerte; además, está la añoranza de esos años en los que mis dientes no eran tan chuecos, la época maravillosa en la que no conocía las facturas ni las rentas, tiempo inmenso, del que hablaba San Agustín sin que nadie le preguntara sobre él; y Adrián se cuestiona: ¿Dónde están los brazos abiertos de mi madre? Y el padre también anda cerca: por eso yo no digo que mi padre me ha abandonado.

Infancias es la sección más solemne del poemario, triste y verdadero, el poeta se desnuda y se lanza al río de la niñez, el recuerdo es una balsa: Me largo del presente/como quien toma una barca para irse a otra parte,/con su padre muerto a bordo. Adrián González Camargo se exige demasiado: el niño tiene que tener una respuesta.

Todavía es mañana

Todavía es mañana me recordó aquella parte de El Perseguidor de Cortázar, donde el personaje principal comenta que esta música ya lo toqué mañana, Adrián es el velador de lo por-venir. Estamos lanzados hacia el futuro o vivimos atrapados en el ayer, todo tiempo pasado fue mejor y frases de este tipo constituyen la médula de esta tercera parte. El poeta naufragó y se lastimó, porque todo eso duele cuando ya no te amo. Continúa en la cartografía de lo que fue: Las hojas se apilan/como cadáveres/año tras año. ¿Qué viento barrerá con esas hojas? Cuántico, el año nuevo es una sábana con muchos pliegues, debería existir un mes que se llamara Poesía, seguro que Adrián habría nacido ahí, un miércoles y sin casa:

Los lugares de la poesía

la poesía no debería quedarse en ninguna página

debe vivir donde nadie pueda tocarla

debe salir por la mañana, antes que todos despierten

dejar las botellas de leche fuera de su lugar

abrir la ventana para que el sol se acomode en la habitación

la poesía debería ser sigilosa

como el gato que recorre la cornisa de la ventana

como el pincel que se cae y nunca más se levanta

la poesía no debería tener casa

ningún poeta debería leer poesía en voz alta

mejor entregar en silencio sus poemas

marcharse y dejar que cada quien lea su poema

desnudos en la cama, sentados frente a la televisión apagada

la poesía no debería resumir el fin de una vida

un poeta no debería escribir poemas por cada partida

¿para qué hablar de las despedidas, si hay cosas más importantes?

los cubiertos siguen sucios, por ejemplo

el tren volvió a dejarme, por ejemplo

caminé hasta el trabajo

me rompí la suela de un zapato y el zapatero no abre hasta el martes

volví a casa y las ventanas tienen telarañas

cortaron la luz y camino con una vela en la mano

me tropiezo con una de tus maletas

adentro están mis cartas

las leo

las vuelvo a leer

las leo tres veces

y pienso cómo es que la poesía no pudo evitar que te marcharas.

Fotografía de Cristina Bustamante

Mensaje de texto turco

Dejé los frijoles en la lumbre y ahora toda la casa huele a flatulencia, ¿hasta cuándo? Y es que estoy harto de estos hongos en mi sexo, del ascenso que no llega, traigo la culpa flotando desde el Bósforo. La darbuka suena porque llorar no puede; hice una lista, ya llevo quinientos cadáveres de niños anotados en la libreta. Escribo a mano, apesta a rayos. Es el olor de lo absurdo y cotidiano.

Aspirante anónimo

Posible mente,
esperanza vaga,
puede ser
inteligente,
quizá piense,
tal vez sepa
algo más
que los demás,
pero no vino
ni dejó su:
número
correo
dirección.

Calichiana

Toda la tristeza del mundo cabe en una sola de tus lágrimas.

¿Cuántas guerras más aguantará este paraíso?

Carlos Montemayor (1947-2010) pisó tierras michoacanas varias veces, aquí tenía lectores y amigos. Estuvo en el CCU de la UMSNH para dar una conferencia sobre las lenguas madres, circa 2002; también compartió sus ideas combativas en la Facultad de Filosofía “Samuel Ramos”, cantó en el Centro Histérico de Morguelia, caminó las angostas banquetas y las calles meadas, no se sabe si comió gaspacho, pero, eso sí, pidió discreción a la concurrencia atenta.

Esclarecedor y contundente, defendió el lenguaje, la casa del ser (Heidegger), expresó que el habla de los indígenas (los originarios) “no es un dialecto, es lengua madre”; su crítica social y el profundo conocimiento de la historia hizo de Montemayor un intelectual comprometido con su tiempo y con el porvenir, con los desposeídos (casi todos) y con el pensamiento humanista.

Entre su obra sobresalen, porque sí, “Finisterra”, “Cuentos gnósticos”, “Minas del retorno”, el “Diccionario del Náhuatl en el español de México” y la novela histórica “Guerra en el paraíso”. Carlos Montemayor reconstruye el surgimiento, punto álgido y debacle del Partido de los Pobres, uno de sus protagonistas es el maestro, vilipendiado como todos los maestros, Lucio Cabañas.

Impresiones, anécdotas, el vestigio palpitante, varias personas radicadas en Michoacán que conocieron a Carlos Montemayor comparten parte de aquellos recuerdos, la persistencia de una memoria colectiva.

Gaspar Aguilera Díaz, quien es de Parral, Chihuahua, al igual que el autor de "Guerra en el paraíso", comparte lo que sigue: “Carlos Montemayor, personaje imprescindible de la cultura y la literatura mexicana contemporánea. A su tarea como excelente narrador y poeta se une la de traductor ensayista y periodista, generando grandes aportes al conocimiento, la divulgación y valoración de la literatura primigenias”.

“Sus novelas trascendentes como Mal de piedra o sus relatos conmovedores y dramáticos como Guerra en el paraíso -sobre la guerrilla en México- con el que se hizo acreedor al premio internacional Juan Rulfo que se otorga en París, Francia; y destaca también su labor de espléndido traductor de los poemas de la poeta griega Safo de Lesbos”.

Continúa el poeta: “Estuvo en Morelia en varias ocasiones con motivo del Encuentro de poetas del Mundo Latino que se llevaba a cabo en esta ciudad entre 2002 y 2012, así como para divulgar y compartir sus valiosas investigaciones y compilaciones de la literatura de los distintos pueblos indígenas del país. Si bien su principal pasión fue la Literatura, recordamos también su devoción por la música clásica y el bel canto, recuerdo que alguna vez en el Hotel Virrey de Mendoza, después de una brillante conferencia sobre la novela histórica, nos deleitó a un grupo de amigos, cantando algunas zarzuelas y arias de ópera, acompañado por el pianista del bar y en otra ocasión conversando sobre el compromiso del escritor me comentó que como tal, era necesario involucrarse como intelectual y ciudadano en los movimientos sociales de México a propósito del Movimiento Zapatista del EZLN, por lo que escribía análisis críticos al respecto, que publicaba en el Diario La Jornada, por ende toda su trayectoria nos queda como un contundente ejemplo de congruencia y generosidad”.

Ulises Vaca, sobreviviente y facilitador de las humanidades, lo escuchó en la Facultad de Filosofía, así relata el encuentro con Montemayor: “El auditorio se atiborró en un instante, yo me encontraba sentado en el jardín cuando Carlos se asomó cargando un saco, un contoneo de lo más relajado, atento y devolviendo el saludo a todos. Sonrió al escuchar una melodía que salía de la guitarra de un compañero de la facultad. Una vez adentro, en la segunda fila, escuché una reflexión acerca de los pueblos indígenas, primarios, comentó Carlos. Una suerte de charla anecdótica devino la tarde, entre los espectadores y escuchas se encontraba el Dr. Luis Villoro, quien también murió unos años después de la muerte de Montemayor. Se detuvo, y de manera atenta solicitó a los presentes apagar cámaras y grabadoras, pues lo que iba a decir no debía ser registrado. El misterio fue revelado, lo que dijo, refiriéndose a Villoro, fue: Se necesitan huevos para bajar al infierno, y usted los tiene”.

Por último, Rocío Martínez también hurga en la memoria, la actriz, escritora y activista da a conocer lo que sigue: “Yo lo conocí gracias a Gaspar Aguilera, tomamos una copa con Carlos en el (hotel) Virrey de Mendoza, a Montemayor le gustaba cantar ópera, le pidió al pianista le acompañara y cantó Amapola, era un coqueto, me enseñó que al leer debemos visualizar las imágenes, pues esto apoya la expresión de las palabras, persona sabia, inolvidable”.

Que la palabra de Carlos Montemayor sea remanso en los rápidos del sufrimiento.

Casi sabiduría

Le preguntaron a un viejo que acostado disfrutaba del medio día: "Sabio, ¿cuál es la forma más eficaz para evitar el dolor?". El anciano movió su liviano cuerpo hacia la izquierda, miró a los jóvenes que formaban un semicírculo y les dijo: "Si quisiera que el sol no quemara mi piel, estaría en otra parte, buscaría la sombra. Considero que el acto de esconderse de la luz tiene algo de ridículo, sin embargo el exceso de ésta es insoportable. El topo emerge de vez en cuando".

Remedio

Libros para niños que leen las señoritas morenas en sus casas del Centro Histérico, la soledad les cuenta un cuento mientras ellas matan palomas con su imaginación. Libros con muchos dibujos, letra grande, pasta dura. Érase que se era una chica inquieta que soñaba con navajas oxidadas. El tiempo ronca y el velador toca su silbato, alguna que otra estrella reclama y pelea con las luces de la ciudad. ¡Zas! En la calle, siete a.m., los cadáveres alados hacen una ese; levantarse, ir al baño, tomar agua (hace bien en la mañana). Estas mismas señoritas andan como Lázaro, dando traspiés entre vísceras y plumas: pequeños corazones apachurrados por la llanta de un bocho (rojo). Deshojaron: "El gigante feliz", "Naranja agria", "La pelota de lodo" y "Aturdidos en descenso". Ninguna paloma murió durante este trayecto de letras, los libros nombrados ni existen, pero es cierto que los adultos leen historias infantiles para detener el flujo trágico de los días, días que pocas veces son buenos.

Un policía toca mi culo

Tengo miedo de que las noches estén llenas de policías ojos que brillan en la oscuridad, policías gato uñas largas que maúllan mi nombre en las azoteas (afirmativo tres veinticuatro), policías guardia romana que le queman las patas a mi águila que cae, policías estadounidenses que electrocutan a los negros y yo tan moreno, policías federales que le disparan a quemarropa al pueblo y no quiero morir tan joven, policías privados del estómago que no cagan, seguridad púbica pues la panza les tapa el sexo. Ramón me dijo patadas en el culo, veo a las estrellas parpadear mediocremente mientras el bardo quiebra el silencio de tantos crímenes, estoy en la cama sin querer apagar la luz, me rebelo al cuarto de fotografías con sus luces rojas a la Blow-Up, no revelo nada, mi cámara es digital y mortuoria. Tiemblo cuando pienso en los garrotazos que me darán sin que pueda verlos venir, fantasmas con gas pimienta, capuchas, cuernos de chivo, calaveritas sin dulces, tras cada golpe un grito mío; no tengo nada en contra de los esbirros, creo que todos podemos ser amigos, ir al cine y comer palomitas aunque estén más caras que la carne. Sudo frío porque nunca será así, ignoro cuáles películas son las de moda, además la mala ortografía de los periodistas impide que pueda descansar en paz, tengo la espalda llena de erratas, las doce madrugadas de mi cárcel están infectadas, se me antoja y quiero comerme mi propia pus, no alimento al monstruo del rencor, los perdono mientras veo como una rata carga una rebanada de pizza y pasa entre las rejas, ¡a la mierda el sistema penitenciario! Luego el roedor me muerde como yo muerdo la sábana, porque es lo único que sé hacer, imaginarme cosas cuando estoy sin camisa y desvelado.

Fotografía de Lucía Rodríguez Montes

Empatía

La gente entiende todo, pero es mejor tener un perro.

Genuflexiones verbales de la misantropía

*Lo peor de la tierra no son los seres humanos sino la persistencia y la capacidad de adaptación-depredación que han desarrollado éstos; comen y se reproducen, e incluso, como dijo el poeta, algunos se peinan.

*La familia como núcleo de la sociedad quiere decir que el uróboros nunca aprendió.


*Matar a alguien no tiene nada de malo, lo preocupante es la falta de constancia y disciplina.

*No todo está perdido, aún es posible que la pedomórfosis del ser humano sea progresiva hasta el punto de regresar al místico estado larvario, o mejor aún, desaparecer.

*El problema del suicidio es su impopularidad.

*Es imperdonable que en este tercer milenio, después de la muerte de dios y el arte, el amor siga vivo.

*Misantropía: enfermedad degenerativa y muy contagiosa que hace ver la realidad tal cual es.

Fomento a la locura

Yo no creo en las campañas de fomento a la lectura, pero si me tocara realizar o coordinar alguna pondría esta frase con tintes de psicología inversa:

Puto el que lea

Fotografías y venganzas

Desde hace años tengo la costumbre de utilizar fotografías como separadores, meto las imágenes al azar, sin fijarme qué foto introduzco en los libros, sólo imprimo varias de las que he guardado en mis respaldos binarios y las pongo ahí, con la oscura intención de tener momentos nostálgicos durante mis lecturas consuetudinarias.

Ahora leo "El castellano en América" de Rufino José Cuervo, adentro me encontré con una foto de mi fallecida abuela Carmen Mena, la escena es de un doce de diciembre, lo sé por los detalles; atrás de ella está mi mamá y a un costado mi primo Víctor Mora vestido de charro negro con motivos dorados, mi abuela trae puesto el sombrero de mi primo, con la mano derecha levantada hace un saludo a la antigua usanza. Sin duda el lugar es la iglesia de San Diego, acá en Morguelia.


Esto me llevó a recordar que cuando mis progenitores se separaron mi padre, en uno de sus alcohólicos arranques, destruyó todos los retratos de mi infancia, las instantáneas familiares se hicieron fogata, él quería olvidarse de mi mamá pero lo que hizo fue borrar hermosos momentos de mi niñez y de la de mis hermanos. Esta reproducción de mi abuela Carmen es el único vestigio que conservo de ese tiempo pretérito, aquella época quedó sin registro tangible, y todo por un estúpido acto de venganza que no sirvió para nada. Bueno, sigo leyendo a Rufino.
Ante inminente ignominia, arrepentido misógino progresista solicita redención, urge, ya que los señalamientos y denostaciones están a la orden del día. Comunicarse al 01-800 lo siento mucho.

Pintura de Luz Helena Gallo

¿O sí podemos?

La situación actual es paupérrima, el alud de reformas que los tres poderes de la nación están imponiendo en todo el territorio sólo benefician a unos cuantos empresarios y politiqueros oportunistas, mientras que miles de ciudadanos están siendo reprimidos salvajemente, la violencia manda y la indiferencia le secunda. ¿Y qué decir de los medios masivos de comunicación? El descrédito juega un papel muy importante en esta carnicería, sociedad del cómodo engaño, las apariencias ante todo, la distracción como arma secreta. El robo es metódico y parece que nadie puede detenerlo. Tampoco se trata de elaborar la hagiografía de la resistencia, hay errores y malos pasos que terminan confrontando a la sociedad, pero el problema de fondo es el saqueo, ya queda muy poco por defender y la falsa batalla por un país libre de protestas es mera pantalla. Más allá de cualquier maniqueísmo ramplón, el compromiso debe ser histórico, no podemos ser simples espectadores de este crimen generalizado.

(Confróntese: los bajos niveles en educación, deporte, ciencias y artes; la privatización de las playas y zonas naturales, hasta la vista del mar es para unos pocos; la entrega del petróleo mexicano a manos extranjeras, el precio de la gasolina por los cielos; los miserables salarios mínimos y la desproporción de oportunidades, millones de pobres contra unas cuantas familias poderosas; la militarización del país, el estado como un panóptico, todos vigilados, la aspiración es que la mitad de la población sean meseros y la otra mitad policías; el crimen organizado dirigido desde el mismo gobierno; el estatus mental de los funcionarios, la partidocracia, el sindicalismo vendido y podrido; el pan nuestro de cada día.