jueves, 29 de diciembre de 2016

Estofado

La humanidad es algo que nunca termina de cocinarse, cruda realidad.

Quimbaracumbara

Tambor del pavor que tromba uepa. Sonidos esparcidos sobre la banqueta del vecino sino, destino fogata de hace muchos ponches, cañas chupadas, tejocotes que abrazan, sangre en las encías. El vecino, rápido y furioso, con un bate de béisbol le pone fin a la fiesta. El loco fuma su cigarro de mota, marihuana, verde vida, aguacate sin semilla, esquina de pachecos, esquimo de problemas. Redobles cósmicos que toca el amo del universo mientras las vidas se atan y desatan, baqueta en la orilla de la tarola, silencio antes del dum dum cimbrador. Qué sentido tiene el cuero de cerdo estirado, run con cola, localizan restos humanos en la carretera Uruapan-Playa Azul, ron con hola. Qué pasó con el sentido, dónde están los solos de congas, el bongó nunca se puso duro, las claves habitan algún estuche de cierto pelo, desierto perro uau uau. Un fresa le dice a un hippie: "Está chido tu djembe". La verdad es una percusión y casi no suena.

Ambigüedad

Alabado sea el hijo de Satanás
La noche es buena para aullar
¡No les des paz, no les des paz!
Gritan desde el oscuro pesebre
María, José y 43 reyes magos
Bendito y obeso San Nicolás
Jojojo: un regalo en el calcetín
Cigüeña disfrazada de espíritu
Bote de basura que calienta
Pino de Cherán, marca registrada
Pesebres tomados por sindicatos
Indigentes abrazos de supermercado
Gente por gente entre carros
Su corazón: dinero, fama y poder
Su corazón: ventrículos y arterias
El sol escupe su resplandor
Babilonia en el plano masónico
Saludos de escuadra y compás
Triángulos que guiñan dólares
Blanca e iluminada ambigüedad
Tantas cosas amontonadas
Pero ellos quieren fornicación
Pero ellos quieren a Barrabás
Pero ellos quieren otra guerra
Pero ellos quieren el plasma
¿Qué hay de cenar, madres?
Pavo relleno de órganos infantiles
Romeritos de la devaluación
Pasta al pesto salado con lágrimas
¿Qué hay de regalo, padres?
Un fin del mundo que se dilata.

Villancico sin fondos

Esta ciudad, Morguelia, se paraliza por falta de recursos, ya nadie da posada, el niño Jesús se muere de frío en una banca del Carmen. El estado le debe a medio mundo y la otra mitad se fue de vacaciones. No hay aguinaldo, tampoco arbolito, mucho menos ponche. La única piñata que queda está vacía, alguien la saqueó. Las malas lenguas dicen que en enero será peor, la gasolina subirá hasta evaporarse por los cielos grises y la rosca no tendrá monito sino bombas. Mientras tanto, en la avenida Madero, a Doña Blanca la golpean unos policías federales. Navidad de mierda, navidad punk, año nuevo, viejos monstruos. ¿Y ahora qué recalentaremos?

Urbanas y rurales

1. Soy el que hace parpadear a los semáforos, nunca me toca la suerte del verde.

2. Mis manos pueden aguantar cualquier chaponeada, no existe machete que intimide a mis callos, pero me falta sentir el arbusto de tu sexo. 

3. ¿Alguna vez te has subido a la soledad del último camión? 

4. El ojo de agua juega a las escondidas con los sueños de los campesinos.

Cuatro caminos a Roma


1. Me huelen los pies a queso, pero te acompaño hasta el fin del universo. 

2. Tengo muchos mocos, algunos con sangre, ¿cuándo vendrás a besarme?

3. No limpié bien mi ano, ando cagado y rosado, dame tu mano para perdernos en cualquier lado. 

4. La gonorrea me lastima, una costra amarilla, dolorosa, miro tu rostro, primorosa, mientras me inyectan eritromicina.

Disposiciones preliminares

El ejército mexicano viene por ti. Te matará y desaparecerá: lo sabes. En un dos por tres igual a seis. Tus gritos esparcidos en la calle. Los vecinos encerrados en sus casas. Castrenses golpes a tu madre: ¡Para que aprenda a callarse el hocico! Miedo ergo seguridad. Estado ergo anacronía. In statu quo ante: Dinero. Las elecciones se acercan. Ya huele a mierda. La luna vomita sangre. Los pájaros se suicidan. Tal vez estos enunciados no sirvan de nada, tal vez el fin del mundo pasó hace mucho tiempo y tú sólo estás viviendo de prestado. Lo cierto es el frío y esa Parabellum que te apunta.

¿Dónde están los signos de interrogación?

En una suerte de desagüe mental que apesta a años de despedidas, caño de recuerdos atascados con peces marrón que vuelan y se meten en las bocas de los que se paran en el puente, en tal digresión comencé a pensar en estos días/noches, en lo que fueron y cómo siguen molestándome en los sueños roncados. El significado de tales hechos enlamados que regresan en las madrugadas coloreadas por los Oniros, la interpretación de las imágenes en movimiento de mi cabeza (metáfora anatómica), es un misterio hasta para los guadalupanos (payasos del espacio interior/exterior). Mileto queda muy lejos, el mapa es relativo. Ya sé que pensar es mucho decir, ya sé que "ya sé" es anti-socrático, y sí, no pienso mucho, tengo noticia de dos o tres cosas, digo verbigracia en vez de por ejemplo, digo es decir en lugar de o sea, digo en ese sentido pero puede ser aquel otro, éste que se estaciona en doble fila, le pongo la multa sin ser policía de tránsito, sin embargo el camión de mudanzas pasa por mi casa, estoy dormido y los moscos abusan de mí. ¿Qué quiero expresar en este ya-todo-está-dicho? Mi dolor por el paso de los automóviles. Soy la banqueta. El perro fue atropellado ayer y a partir de ese accidente, aventón canino, se le agolpan los trozos de mierda junto a la cola, se le forma una bolsa semidura que hay que manipular, casi exprimir para que expulse sus deyecciones. Barro de caca. De ahí que yo escriba tantas mierdas, no hay papel ni toallita húmeda que me quite estos restos con su olor a dolor. Pobre perro atropellado que ahora cojea. Desvelado por los acontecimientos del calendario, cansado de mí mismo, de mi percepción y de la pobreza de mis ganas, sigo escribiendo, gerundeando mis miserias. Diciembre me gustó pa que... Los cohetes y los mariachis no me dejaron descansar en paz, sí, me había muerto porque las deudas con hacienda; sí, me había petateado porque las cosas prestadas no devuelvo; sí, me encontraba sin pulso, la sangre se agolpó en mi miembro, se me durmió la pierna, me comí un plátano porque tiene potasio y con el potasio no dan calambres. ¿Todo eso? Pregunta alguien escondido tras este muro de ceros y unos. Respondo con mi otra mejilla inferior: ¡Todas se llaman Lupes! Así, papi; así, mami; así, dale duro, dale fuerte, métela toda. Me hago el nudo de la corbata en la viga de mi suicidio. También voces escucho, las películas pornográficas han mermado mi capacidad para amar, el ano se me ensanchó, el alma desgarrada va, trizas de la revista Alarma, el doce con espinas, el 24 rey del sol, porque doce y doce y no hay que mezclar números y letras, regla tácita en el orden de mi guacamole gramatical. Qué son estas fechas en donde las luces de colores y el frío copulan, quién es el hijastro de dios, qué madre pare al universo, en qué recipiente guardan al espíritu santo, dónde están los signos de interrogación. ¿Todo eso, di? Sí, todo esto.

Común lugar

Lava tus prendas con lágrimas
y ríe cuando las enjuagues,
que la vida no dura todas las penas
y la ropa no tardará en secarse.

Filos

El tecolote de María sólo agarra la parranda de madrugada, ¡viva la filosofía!

Nació bajo el signo de Saturno, pero nunca se suicidó

Su problema era el fatalismo, un recurrente y negativo pensamiento giraba alrededor de él, un satélite oscuro que a veces se convertía en nube y, otras, en pájaro. Desde pequeño, cuando entendió que nacemos para morir, le pareció absurdo aferrarse a la existencia; como adulto, sabía que el sentido era algo artificial, como el sabor de los chicles o el pelo de la rubia de la esquina. No le gustaban los niños, no tenía jardín, leía lo indispensable. Sentía que la muerte se iba apoderando de él poco a poco, como en una clepsidra, lentas gotas le anunciaban el inevitable fin que no llegaba. Todos los días se miraba en el lugar común del espejo y cada vez encontraba menos razones para peinarse o lavarse los dientes, no era hipocondría sino un desasosiego que le venía de fábrica. Y se movía, con embargo. Salía a la calle con el presentimiento de que no regresaría a su casa, de que algo malo (más malo que seguir viviendo) pasaría. Lo único que deseaba con entusiasmo era el fin, para su desgracia tenía una salud inquebrantable, sobrevivía con lo mínimo, parecía que el universo y todos los dioses que lo habitan se burlaban de él, así lo creía, incluso escuchaba las risas, alguna locura lo habitaba. Insufrible y melancólico, así se consideraba a sí mismo, un moribundo con corbata que no aguantaba el nudo en el cuello, pero que no hacía nada para apretarlo más. Se lamentaba de su condición humana en el silencio de su alcoba, lloraba y envidiaba a los insectos que sólo están unas cuantas horas y después desaparecen, lanzándose violentamente contra el foco caliente del cuarto. Y a pesar de estas fúnebres consideraciones, vivió hasta los noventa y ocho años, se fue en una de las últimas madrugadas de diciembre, mientras soñaba con caballos y cuernos. Tardaron dos semanas en encontrarlo, el olor lo delató. Cuando vecinos y policías vieron el cuerpo que yacía en la cama se sorprendieron mucho, una gran sonrisa se dibujaba en ese rostro hinchado y putrefacto, parecía que estaba feliz de estar muerto, por fin.

Fechas cultas

Los libros me han dejado cicatrices en el cuerpo, tristes recuerdos subrayados, punto y seguido. Pero también hay sonrisas en "estas ruinas que ves", un trópico de alegría, una canción en cascada, la cucaracha con corbata. Los libros me hacen daño, me lastiman, meten sus dedos en mi amorfo pensamiento, ¿has olido esos dedos? Leer no es algo bueno, ni tampoco malo, de los libros he aprendido la maravillosa contradicción. No hay billete mejor guardado que el separador. Leo porque puedo.

Que no entre aquí

Reconozco que no conozco mucho:
Algunas calles con nombres de muertos
El diálogo de Platón sobre la muerte de Sócrates
Sesenta de los ciento trece municipios michoacanos
Mi canción infantil: longuili-longuili-longuili-la
Un vago recuerdo de los pechos de mi madre
Y los atardeceres en el mar de Zihuatanejo
Sé muy poco, pero quiero tanto.

Crónica de los meteoritos

Supuestos meteoritos cayeron en las costas michoacanas hace un mes, era de noche, el espectáculo sorprendió a los habitantes y turistas de las playas de Aquila, al menos ocho destellos fueron avizorados en el horizonte, dejando con la boca abierta a más de uno. Estos objetos resplandecientes, que resultaron ser una especie de metal, fueron encontrados después de intensos trabajos de búsqueda realizados por pobladores y personal del ejército que combate al crimen organizado en esta zona; hallaron siete "cosas del espacio", nombre con el cual las bautizó Doña Martina, mujer lugareña que participó en la inusual recolección. Una vez reunidos los fragmentos, los llevaron a las principales universidades del país para los estudios correspondientes. Al salir del ambiente cálido adquirieron un color oscuro, casi negro, al principio eran rojos y brillantes. Cientos de hipótesis, observaciones y uno que otro chiste se dieron alrededor del hallazgo. Cuando intentaron perforar este material desconocido, pues toda ciencia es disección, se escuchó un chillido muy agudo que incrementó para después desaparecer, el ruido era similar al que hacen las ratas cuando corren en multitud por las alcantarillas de las grandes ciudades, pero no era molesto ni ensordecedor, incluso había algún tipo de ritmo, una extraña melodía que duró menos de un minuto. Lo interesante y sorprendente vino después. Kilómetros a la redonda fue percibido este sonido, de Baja California a Yucatán, además las señales de internet y celular quedaron suspendidas y se registró un terremoto de 4.9 en escala de Richter. Luego de la sacudida y la canción extraterrestre, las partículas galácticas se desintegraron, quedando sólo lo que el proverbio anuncia con tanta determinación: polvo. Por el protocolo y la paranoia, los investigadores tuvieron que hacer las pruebas necesarias para detectar las dosis absorbidas, es decir, para medir los gray en el ambiente, entonces ocurrió lo increíble. La radiación afectó únicamente a la clase gobernante, todos los funcionarios, del presidente de la república al último de los asesores, incluyendo los integrantes de los partidos políticos y las fuerzas armadas, se enfermaron de gripe, una endemia que atacó sólo a los representantes y autoridades a lo largo y ancho de México. Su convalecencia duró una semana, cuando regresaron a sus puestos públicos pasó lo impensable. Por motivos desconocidos, inescrutables son los caminos del señor, ninguno de los enfermos pudo cometer delito alguno después de estos acontecimientos, era como si estuvieran imposibilitados para el mal, tal vez lo desearon, hubo quien expresó que se sentía "incompleto", que ya no era como antes. Sucedió en la tercera semana después de los meteoritos, fue cuando comenzaron los suicidios masivos, primero un senador del PRD, después el presidente municipal de Uruapan, y así siguieron: generales, diputados, coroneles, el director de algún instituto, el secretario de Salud, hasta que el mandatario federal se pegó un tiro en Los Pinos. Desde entonces la gente sigue buscando señales en el cielo todas las noches, las playas michoacanas han reportado un incremento en el número de visitantes.

Algo así como el Cepa

Sepan todos 
que el Cepa no se va, 
se queda. 


En la dinámica de la resistencia universal que se cuelga de dios para robarle algo de luz, cuando la lluvia ácida ha destruido animosa los pocos pensamientos que le quedan a esta ciudad llamada Morguelia, apareció un hombre con los pelos crispados y los nervios lacios, este humanoide inquieto observó y vio que había chance de meterse e intervenir lo que antes fuera la fuente de llegadas y salidas a la capital de Michoangastán; el cómo pidió y consiguió las llaves de la Antigua Central es un misterio, material mitológico que se inhala amarillamente, quizá sólo las pidió por favor y se las dieron, como las nalgas que te piden cuando hablas con los cholos con corbata que administran el engaño, aunque la verdad, esa verdad del oficio firmado regrese en tres días, nos estamos desviando del tema, había una erección, luego ya no, después algo así pero con condón. Digresión, regresa por favor hilo de la narración en un pretérito mal hecho, en forma de cuento. ¿Quién es este sujeto? Jesús Moreno, alias "El Profe", éste es su nombre. Y así comenzó todo, poco a poco el Arte al Servicio de la Comunidad (Asco) hizo lo suyo, se abrieron las puertas, se limpiaron las mierdas, escobas sin brujas, cubetas de agua acarreadas desde la solidaridad, miradas atónitas de cachacoches, envidias álgidas (álgido quiere decir frío, no sea usted uei), agregados culturales del de vez en cuando, drogadictos buena onda mal llamados La Bandita (casi siempre cagándolas, muchachitos pendejos), Arturos por doquier, diputados anaranjados del paro proyectivo, bailarinas esquizofrénicas que escribieron en las paredes consignas del odio con florecitas, concursos de poesía con poca luz, grafiteros de Toluca, rapidín en la oscuridad, bachas en intersticios, Miguel Pasaye pintando el gerundio con rostros hoscos que, sin embargo, agradan; Armando armó el árbol de libros, Penélope abraza a Judas y esto también es arte, porque este todo constituye una historia que se sigue contando, el fin es lo último y quizá no nos toque verlo. Es aquí donde se dice amén. 

Sepan todos que el Cepa no se va, se queda. Podrán quitarlos a la fuerza, madrearlos, escupirlos, armarán sus oficinas o ampliarán el estacionamiento, pero el Cepa se queda, porque esto no es una pipa, es voluntad creativa, madrazos a la muerte, la memoria, piquete de ojos al independiente, ganas de hacer las cosas y concretarlas, la crisis de las instituciones permite que la no institución nazca, el poder de convocatoria de un tal Moreno, un Jesús sin última cena, El Profe que camina por las calles convertidas todas en oxxos y el Ocsito, por supuesto, lo saluda. El Cepa se queda, ya está, no hay discusión, trascendió sobre cualquier chingadera, hay talleres, tamales, fierro viejo que venda. ¿Qué sigue? No hay fin...

Identidad

Era una mierda que se creía flor y no había nadie que la hiciera entrar en razón.

Quizá exista un muerto que...

—Ni en la tumba me dejan de molestar, qué gusto tan retorcido el de molestar a los muertos, ¿no entienden que por eso me suicidé? Me tienen harto, se los escribí en la carta, estoy hasta la madre de sus voces, de todo lo que representan ustedes, los gusanos se asustan con su presencia, no me puedo descomponer a mis anchas, la putrefacción necesita silencio. 

—Pero te trajimos el pan que te tanto te gusta y tu botella de mezcal, el de pechuga, hasta una cajetilla de cigarros, la compró Manuelito con sus domingos; estas flores amarillas son para adornar tu sepulcro, acéptalas con cariño, mira que somos tu familia y éste es tu primer año aquí.


—Lo que deberían hacer es irse, dejarme tranquilo de una vez por todas, es lo que quiero, descanzar en paz, llévense su pan y sus flores, el mezcal dáselo a tu amante y fúmate tú los cigarros. Para mí esto no es ninguna bonita tradición, es una tortura, una chingadera, ¡lárguense! 

—Eres una mala persona, una mala ánima, siempre lo fuiste, Carlos, penarás por los siglos de los siglos, sin encontrar descanso, rezaré por ti. 

—Sí, sí, lo que tú digas, para mí cualquier cosa es mejor que estar al lado de seres tan despreciables como ustedes. Agarren sus cosas y no vuelvan nunca más, dejen que el olvido me abrace, no los necesito, no los quiero.

—Que dios te bendiga...

—¡Vete a al carajo!


Esto también es un infundio

De entre todos los libros que se han escrito, millones de páginas impresas y olvidadas en los libreros hogareños y en las bibliotecas de las escuelas, no hay una sola línea tan clara y precisa como la que encontré aquella noche en el baño de la central de Tijuana: "Hay que morirse rápido porque la vida es la peor de las adicciones, el más terrible de los vicios".

Calichiana

Que las aves vuelen con su buen agüero, yo ya no tengo cielo.

Señalamientos putrefactos

No he hecho todo en esta vida, ¿hay otra? Es lo que me escribió el maestro de historia cuando le entregué el ensayo de mis días. Cacofonía de los sesenta y seis a la mitad. Las señales indican que soy, ¿qué soy? Vendo miserias, ocho por cinco, horas en las que soy una puta mal parida con las nalgas peludas y un grano en la punta de la verga. Qué bueno que los otros saben bien de las palabras: dignidad como liga. Sólo no quiero que me salpiquen con sus consignas baratas, hace mucho tiempo que dejé de vivir de la respiración de boca a boca. Tengo nada y una aguja para el camello de la verdad. ¿Quién vendrá a explicarme mis pasos? Yo opino pienso creo veo la luna a medio día, ¡una coma por el amor textual!

¿Cuál es ese cuento?

No me voy a morir, ni tú te vas a morir, porque ya escribí el cuento en el que seguimos vivos para siempre.

Gélido sorbo

Vida descalabrada, existencia desgraciada, importa más una mentada de madre que la derramada sangre del vecino. Llegará el día en que todos habremos desaparecido, será la calma después del grito. Vaya usted a saber si hay dios, infierno o limbo, lo cierto es que el mundo nació torcido y el café se puso frío.

Transferencia, no investigación

Al igual que algunos insectos, la mayoría de los medios de des-comunicación se comparten el alimento/noticia de boca en boca, a veces cambian alguna cosa, muy leve, pero en esencia es la misma nota (revolcada) con la que sobreviven; el alimento de la parcialidad con la que subsisten ha sido masticado cientos de veces, la fuente es la misma: basura. Yo la llamo trofalaxis reporteril.

¿Has visto crecer el sol en tu vientre? Apuntes domésticos a propósito de la poesía de Livier Fernández Topete, presentación del poemario Frente al desierto

Podría ilustrar la presentación del poemario de Livier Fernández Topete, colorearla de "lengua tinta", adornarla con los tenedores sucios de la explicación, contar anécdotas infundadas, decir: "lean este libro por esto y esto y estotro", o hacerme el interesante porque arena somos: "oh sí, Frente al desierto, yo conozco a Livier". Lo haga o no, pinte o despinte palabras en sus oídos, este desorden universal continuará, porque los tecnicismos se vuelven aburridos cuando salen a la calle, el mundo es limitado, junto a su realidad, cito a Livier: "uno tiene que inventarse un mundo ilimitado", afuera hay hambre y "el hambre es un hombre vivo".

Este libro surge de la horas piano, Keith Jarrett y una pizca de tristeza para darle sabor al caldo de los días. Accidentes, puntos suspensivos en la nada. Paréntesis ontológicos. No es necesario que hable y sin embargo me muevo. Las imágenes en este poemario son pensamientos en la alacena, estamos cocinando la existencia, Livier está entre comillas: "la vida es manteca pura en contra de nuestros sueños".

El caosmos doméstico y el mesero que nunca llega: "bajo el sol, nada nuevo"; junto al librero donde Berkeley se esconde, tras el ser, porque un dos tres por mis compañeros, es decir, es ser percibido: "uno solo es nada". El otro que le saca úlceras a la espera, la letra muda, ache y la ele y la zeta y la música de Leonard Cohen y las conjunciones carnales y los libros, no me invento nada: "Percute la sal sobre la mesa, un eco crece en mi garganta".

Pero no hace falta que explique los pianos en Colonia, ahí están sus poeimágenes, despojos de oscuras luces y momentos de claridad casi enceguecedores: "la integridad está compuesta de escombros". 

Esta varia, mucha invención de Livier es balsa de octubre, rescata, sin querer, al náufrago lector, el que siempre en la orilla piensa, sin importar la tormenta, rodeado de tiburones con corbata, en el fin voluntario: "Algo/Alguien/Aun sin saberlo nos tiende una cuerda antisuicida".

¿Quién es ese alguien del que hablan los poemas? Podría ilustrar este balbuceo mío en torno a Livier, obstinarme en la textura interrogante de los ojos que me escuchan, de los oídos que me miran, sí, sinestesia, oxímoron, digresión, lo que yo quiero es clavar la espinita, ella no finge, de suyo le brota la poética del té de limón que cura el resfriado de la muerte: "liquido mi adeudo con vida". Filosofía, porque duda; poesía, porque una inteligencia sintiente es. De la infancia a la mujer madre amante, ésa que ama: "uno a veces se resiste al amor/como se resiste al futuro". Ella imaginaria: "luna mexicana".

Y si nos ponemos serios, pensantes, veo/leo/siento en su poema "Naturaleza" un eco ramoniano, de Ocaranza, pues (moreliana conjunción): "Somos la sombra del tiempo, el tiempo de la sombra, la sombra misma". Pero no queremos seso, queremos su palabra...

Frente al desierto, Livier Fernández Topete, ed. Diablura, 2016. Texto leído en el Jardín de las Rosas dentro de los Viernes de Escritores de la Sociedad de Escritores Michoacanos, 07/10/2016.

Plagio #123


Maté la vaca, le arranqué las patas, me comí su carne, ¿y todavía preguntas si te quiero?