Jugar a la filosofía en un cementerio municipal a media noche. Un congreso de estudiantes violados por sus maestros: premios, diplomas, conferencias, minifaldas, bigotes, botana y vino tinto. Cerebral, por la mente anda un mosco y celebrar por detrás para rascarse después. Pasantes de pasas filosóficas, arrugadas las cabezas, birrete, sinodal, dudas, palabra sofocante, patadas en los huevos de la cordura. Estos tiempos de grandes cambios para el Abuelo conocimiento, su licuado de religiones, artes marciales, castración y un toque de infundios. Urgente que emerja una respuesta alternativa al sin sentido del planeta de los simios doctorados, no es posible que tengan su zoológico. Muchos de los que aquí estamos ya no pensamos como ellos, ya no pensamos, somos idiotas. La gran obra filosófica que nos dé dinero y fama: ¿Dónde está? Magistral teosofía del lodo, sus temas de estudio, su relevancia primordial para el futuro del mundo, para vomitar el futuro de una vez por todas. La sociedad abstracta se desvanece al primer chasquido de dedos, magia. Hablamos de la conglomeración humana en el transporte público de la existencia. Ser estúpida ilusión nos hace caverna platónica, es decir, sombras nada más. Hay activos y conmiseración, ¿cuántos quieres? La revolución nos toca y tiene lepra. Crítica, café y filosofar; tal vez un cigarro de broma. El mío es corto y sencillo, involucra a la música de las pelotas. Control remoto, nos apagamos en el plural de la primera persona. Ha nacido el Yo.