miércoles, 22 de julio de 2020
Lost in Morelia
Las nubes, las seis después del meridiano, la intersección entre Cuautla y Santiago Tapia (cruce que no existe, me lo dijo Vini, la verdad cartográfica es Vicente Riva Palacio y Santiago Tapia), afuera de la gran papelería, a la mitad del aparador y el estacionamiento, me quedé parado. Avanzo a(y con)penas. Lento. Dejé de fumar mota hace un mes. Más introspectivo que otras veces. Aquella tarde cuando te abracé en este mismo lugar, sin frases célebres, puro entrelazamiento que dura hasta hoy, boronas del recuerdo. Vino a mí el final de Lost in Translation, perdido en mis pensamientos (¡no le llames pensamientos a tus chingaderas!), dando vueltas en el gerundio y con la mirada ajena postrada en mi animalidad ("es un malviviente, mírale los ojos, como poseído"). Vi el cielo nublado, intervalos de luz violenta, ¿a dónde con tantos pinches adjetivos? Lo he olvidado, sólo quedan dos abrazos y estoy puesto de sol. Aunque tarde, arde. En Tokio: Bill Murray y Scarlett Johansson despidiéndose, una promesa susurrada, final abierto. En Morelia: Caliche Caroma, meado de los ojos, oséase, llorando. Se hace noche, me digo, y allá voy.
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