Votar por un mundo feliz en donde cada día nazcan montañas mágicas y árboles mágicos, en donde uno pueda subirlas y subirlos junto a Momo y Celestino antes del alba, ver desde ahí otra vez el mar. Y es que allá a los lejos se distingue la nave de los locos: Castellanos, Kafka, Fonseca, Juvenal, Safo, Juan Ramón, Balzac, Baudelaire, Yourcenar, Rulfo, Arlt, Guillén, Grandes, Voltaire, Sambrano, Duras, todos ellos votaron por este mundo feliz feliz, pero no siempre, porque esta es una utopía distópica flotante, todos ellos reman esta divina comedia acuática, sostenida sólo por un lápiz del número dos. Y se mueve Agustín, se mueve Galileo al compás de la música de las esferas y el lenguaje de las mariposas. Homero y Gibson andan demasiado ebrios de palabras, pero están aquí, juntos y junto a nosotros, en el proceso. Un redoble muy largo del tambor de hojalata anuncia lo rojo y negro del matrimonio del cielo y del infierno que es este mundo de la Mona Lisa acelerada y el aplastamiento de las gotas, por eso del botar y botar y votar, Ulises, mi doble Ulises con queso y crema; Platero y yo caminando rumbo a Cómala, donde serán las elecciones, es que somos muy pobres y no nos alcanza para el pasaje del tren de la vida que pasa por la carretera al sur, donde se cuentan las historias del ojo y se habla de la filosofía del tocador, ahí mismo donde habita el cazador de jaguares existe la esperanza, qué digo esperanza, Grandes Esperanzas. Aunque haya que cruzar cumbres borrascosas siempre seguiremos de perfil, ¿verdad Agustín? Cándido y Pantagruel llevan sendos ramos de las flores del mal en este andar, flores multicromáticas, siempre es importante para las horas de camino llevar flores, mi querida Woolf, tú lo sabes mejor que nadie. En fin, o en la historia sin fin, un sufragio por la literatura.
domingo, 17 de junio de 2012
Sufragio literario
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