Certifico el color de la mañana
bajo el pulso incesante de la duda.
¡Oh redondez de mi deseo sin nube,
la caricia te vuelve certidumbre!
Sus cabellos de briza entre los pájaros
y es ya mediodía de su presencia.
La claridad pensada de su sexo
despertando de un sueño sin memoria.
De su carne de ausencia sólo el eco:
la mejilla del árbol contra el viento.
miércoles, 2 de octubre de 2013
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