Normal.
(Del lat. normālis).
1. adj. Dicho de una cosa: Que se halla en su estado natural.
2. adj. Que sirve de norma o regla.
3. adj. Dicho de una cosa: Que, por su naturaleza, forma o magnitud, se ajusta a ciertas normas fijadas de antemano.
Del Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (23.ª edición).
Estar loco es ir en contra de lo normal, sano, juicioso, razonable; ser un loco, antónimo de prudente, recatado, tranquilo, obediente. El demente ha perdido la razón, el juicio, es disparatado e imprudente, no tiene recato, en alguna época se relacionó al insano con la homosexualidad, se ha vuelto loco, le gustan los hombres. En el habla cotidiana se utilizan muchas expresiones, peyorativas casi todas, para hacer referencia a ese extraño que extraña a los demás. Diferente al idiota, imbécil, tarado, baboso, este loco rebelde no se ajusta a ciertas normas fijadas de antemano, no por incapacidad, sino por amplitud de horizontes.
El loco y el enajenado. El loco, cualquiera puede serlo: panadero, carpintero, deportista, artista, asceta, misántropo, veterinario. Todos estos a favor de la vida, la locura es un sí acentuado. El normal, cualquiera debe serlo: asesino, hijo de puta, presidente, diferentes tipos de esbirros: policía, judicial, federal, soldado, defensores, en diversos grados, de lo establecido (establecido por ellos mismos, la democracia es una petición de principio).
En una aglomeración como ésta los significados se confunden, mutan o se disfrazan. A propósito de la diferencia entre el loco y el enajenado apunta Roque Barcia en su Diccionario de Sinónimos, que: "La enajenación expresa la idea de que no estamos en posesión de nuestras facultades mentales, de que somos extraños o ajenos a nosotros mismos, y a duras penas se puede concebir un modo de hablar más enérgico y más gracioso. Efectivamente, en el individuo enajenado manda otro, no manda él, como él no manda en una finca que enajena. Los hombres nos tornamos en cosa, y nos enajenamos, nos vendemos. ¿Quién vende más al hombre que su propia enajenación? No son los traidores los que verdaderamente nos venden, los que verdaderamente nos delatan. Nosotros somos los primeros en vendernos y en delatarnos con nuestros delirios. Tal es el sentido corriente de la palabra enajenación".
Los artistas locos contra los artistas normales, los enajenados con la normalidad intentan controlar a los que no se dejan domar. En guerra total, los primeros; en la burocracia de lo establecido, los segundos. La locura es pura creación, matrimonio entre el cielo y el infierno con una fiesta que se prolonga hasta la madrugada de la moral. Mi árbol, aunque dé frutos envenenados, es feliz. Los normales van muy orondos por el mundo, juzgando a diestra y siniestra, diciendo lo que está bien y lo que está mal. Mientras los locos a su asunto, dando sentido a las más descabelladas ideas, trabajando empecinadamente para que la luz se haga. Sí, la única claridad es la de la locura.
Escribir, pintar, tocar, bailar, observar, crear, mear, cuántos infinitos infinitivos más se necesitan para entender que del otro lado, cruzando el muro de nuestros prejuicios, también hay agua y quita la sed. Los acusan de mentir y engañar en un mundo en el que todo es mentira y engaño, pobre locos.
¿Qué es lo artificial? Tal vez quien debería estar encerrado en un cuarto estrecho y acojinado (vimos muchas películas) eres tú, policía, enajenado con la obediencia estarías más feliz ahí, la servidumbre voluntaria con camisa de fuerza, un palo con clavos en el ano.
Y sin embargo, los enajenados mandan sobre los locos, los mandan a la cárcel, sanatorios mentales, psiquiátricos, loqueros, encierro total, rehabilitación, redención socialmente aceptada, aunque te dejen babeando y lleno de moretones. El psiquiatra les dará pastillas para que se calmen, descargas eléctricas en los testículos; otros psicólogos más alternativos les recomendarán terapia, hay millones para escoger, incluso el arte como terapia, también el aroma de una flatulencia cura.
Existe más sentido en un cuadro de Basquiat que en todas las leyes del mundo, algún loco dijo alguna vez. Artistas serios y artistas locos, normales y anormales, encarcelados por los prejuicios de los demás, en una celda escribiendo El Apando. Un saxofonista que persigue muchachas en una campo de urnas, mientras los votantes se pitan los pulgares y entregan su dignidad al enajenado en turno. El loco crea, creación, creativa, creatura, cuidado con el perro, el resultado, matemático, por qué no.
El producto del proceso fisiológico-espiritual que hace corto circuito en la mente, y que proviene del recorrido ano-estómago-corazón, es conocido como obra de arte. ¿Cuál?, pregunta el curador, porque su trabajo no es fácil.
Diógenes de Sínope era considerado como un loco en Atenas, comía con las manos, esparcía sus deyecciones por la plaza pública, cuestionaba a los sofistas y filósofos de la época, no creía en lo establecido, buscaba entre los normales a un hombre de verdad, con su lámpara encendida a la luz del día escrutaba los rostros de la mentira. Alejandro Magno dijo que Diógenes era el más sensato de los hombres. El gobernante, el que representa al estado, el enajenado de poder le rinde pleitesía al loco del barril: "Hazte a un lado, que no me dejas ver el eclipse".
Tesis sobre el Marqués de Sade, estudios acerca de la vida y obra de Gauguin, homenajes al gran artista Antonio Artaud, detrás del velo está Don Quijote desnudo con la verga bien parada. Vaya malachanza, diría Octavio Paz, que por cierto también fue loco de joven, ya de viejo se le normalizó el corazón. Muchos ejemplos, citas que tocan el tema y son acusadas de pedofilia.
Me voy y me quedo con Alguien voló sobre el nido del cuco, obra de Ken Kesey, parafraseo: "Que primero me dijo que no existían los dragones y después me condujo hasta su guarida secreta".
Imagen: Paul Klee, This Flower Wishes to Fade, 1939.
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