Recité con todo el cuerpo, cada sílaba era un movimiento. Después contemplé el eco: movimiento cascada horizontal que se abre y se cierra según la mole que se atreviese en su camino de ida y vuelta, rebote cósmico.Yo también era la pared. Corporizaba la palabra y luego bailaba en el silencio de la espera. Así fue hasta el amanecer. Esperaba que algo más pasara, pero no pasó nada. Entonces comprendí que lo que necesitaba era oír.
lunes, 12 de octubre de 2015
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