miércoles, 31 de octubre de 2007

Viólame y suicídate (A karen bach)



Odio y amo. Por qué lo haga, acaso preguntas.
No lo sé; siento que lo hago, y me atormento.

Catulo.


Me detengo en el puesto de películas piratas, agarro una película, Viólame (Baise-moi) de Virginie Despentes. Veinte pesitos, joven, es original, para adultos (susurrando). La vi hace unos años, comienzo la charla con el vendedor que ahora habla con alguien más. Despentes, además de dirigir, escribe el guión junto a Coralie Trinh Thi. Mi interlocutor hace como que le interesa lo que estoy diciendo. Aja. 

Sigo. Karen Bach interpreta a Nadine, Raffaêla Andersson a Manu. Las dos fueron actrices porno antes de que hicieran esta película. ¿Y usted cómo sabe eso? Me gustó la película y busqué información sobre ella. Karen Bach, creo que en 2005, cinco años después del estreno de Baise-moi, se suicidó en un apartamento de París. Tsss.

He captado la atención del vendedor de películas. Karen se casó muy joven, su esposo le propuso hacer porno casero. Justo cuando su matrimonio fracasa, como cualquier otro matrimonio, Despentes le ofrece el papel de Nadine. Ella creyó que no volvería al porno (¿era porno aquel proyecto de la directora Virginie Despentes?). Viólame no es únicamente sexo frontal. Historia de venganza, amistad y una pizca del picoso sinsentido.

Karen Bach, la que se suicida, le da vida a una cansada prostituta que se fuma la hierba de su compañera de casa. Nadine y Manu van por el paquete completo: sexo más asesinatos. Casi lo he aburrido, el vendedor saca su celular. Creo que la despedida de Karen Bach sólo cierra el ciclo de Viólame. Muy interesante, jove, mire, encontré esto en Google. Me muestra fotos de Karen. Insisto en mi punto. Para que se cerrara el círculo, era necesaria una afirmación, el sí al suicidio que no concretó Nadine en la película. Está feo de suicidarse, joven.

Antes de que la atrapen, Nadine tiene la esperanza de terminar con su vida de una vez por todas, Manu está muerta y su cuerpo es devorado por las llamas, casi aprieta el gatillo, pero la interrumpen, sobrevive, la obligan a sobrevivir. Karen Bach lo dejó para después. En el departamento de uno de sus amigos parisienses ingirió una dosis de pastillas fulminantes. Dios la tenga en su gloria, joven.

Miro la portada que tengo en mis manos, Karen Bach (¿o es Nadine?) apunta con el arma. Lo único que se podía dar a sí misma: la muerte. Avanzo hacia otro puesto, otra plática, otro tema. ¿Entonces no la comprará, joven?