sábado, 3 de noviembre de 2007

Reinaldo Arenas


Esa tarde me fui para mi casa caminando, llegué al cuarto, y seguí escribiendo un poema. Era un poema largo que se titulaba "Morir en junio y con la lengua fuera". A los pocos días tuve que interrumpir mi poema, pues alguien me había entrado por la ventana del cuarto y me había robado la máquina de escribir. Fue un robo serio, porque para mí aquella máquina de escribir era no sólo la única pertenencia de valor que tenía en aquel cuarto, sino el objeto más preciado con el que yo podía contar. Sentarme a escribir era, y aún lo sigue siendo, algo extraordinario; yo me inspiraba (como un pianista) en el ritmo de aquellas teclas y ellas mismas me llevaban. Los párrafos se sucedían unos a otros como el oleaje del mar; una veces más intensos y otras menos; otras veces como ondas gigantescas que cubrían páginas y páginas sin llegar a un punto y aparte. Mi máquina era una Underwood vieja y de hierro, pero constituía para mí un instrumento mágico.

1 comentario:

arcangelic dijo...

Está chido lo que dice el putón sidoso ese. Pero la neta Bukowski dice lo mismo y en un sentido menos homosexual. La verdad el Reinaldo Arenas me late pero la peli dónde sale Bardem es contra Cuba y eso se me hace una mierda. Los pinches panfletos en uno u otro sentido me cagan. Y ya.
Paz