A veces, pocas, deseo que la muerte no exista. Es algo inexplicable, me como un taco de frijoles y queso junto al fogón de doña Imelda y la vida toma sentido, la teleología mía se encuentra en una cerveza fría y también en tu sonrisa, sí, claro, es tu sonrisa y esta hambre de ser, el vaho de dios verde, el transcurrir de un zancudo. Sé que la muerte está ahí, siendo, yo soy la muerte, yo soy la vida. La salsa de molcajete para el taco que se muere y vive en mi boca.
miércoles, 26 de febrero de 2014
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