Entre mis dedos viven luciérnagas, cuanto te toco dejo un rastro brilloso, apago tu sol doméstico para intensificar el deseo. La luz verde dice que puedo pasar. Porque la velocidad está llena de ganas, corro. Entro y te abrazo, la repetición de esta acción se llama amor. Suspiro cuando te huelo. Vuelo cuando te veo, con la lengua hago el mapa. Saliva caliente, muerdo la punta de esta montaña, frente a ella su gemela. Así toda la noche, hasta volverme desierto.
martes, 17 de febrero de 2015
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