De entre todos los libros que se han escrito, millones de páginas impresas y olvidadas en los libreros hogareños y en las bibliotecas de las escuelas, no hay una sola línea tan clara y precisa como la que encontré aquella noche en el baño de la central de Tijuana: "Hay que morirse rápido porque la vida es la peor de las adicciones, el más terrible de los vicios".
jueves, 29 de diciembre de 2016
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