Bajo mi sombra descansan los viejos, los he escuchado con atención durante siglos; en mi grueso tronco los niños han tallado sus nombres, ahora son grandes, mujeres y hombres que, cuando regresan a mí, me acarician y pasan sus dedos por los bordes de esas letras de ayer. Mis ramas son ríos en el aire. Incluso curo el catarro, paro la diarrea y ayudo en la digestión. Soy la parota, ancestral compañero de los que aquí viven. Entonces, ¿por qué he de convertirme en mesa?
miércoles, 20 de febrero de 2019
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario