Érase que no se era un reino llamado México, nombre que quiere decir ombligo con pelusa. Este territorio tenía un rey muy pequeño, pequeñito, pequenísimo, que se llamaba Juan Diego. El reducido soberano no podía dormir si no era amamantado por su vaca lechera, Lupe. Cada noche, antes de acostarse, chupaba las ubres del animal hasta que éstas quedaban secas como pasas. El monarca sonreía mientras la leche salía, pero cuando la vaca mugía se enfurecía tanto que la agredía sin piedad: "¡Me agrias la leche Lupe, no podré dormir tranquilo por tu culpa, toma esto y esto otro!". Así le reclamaba al pobre bóvido mientras le pateaba, insultaba y escupía, los ojos del animal se llenaban de lágrimas. La vaca hacía mu porque le dolían lo pezones, es lo que no sabía el abusivo Juan Diego. Hasta que una noche, lluviosa, por cierto, la vaca, cansada y decidida a todo, le dio tremenda coz y el rey fue a dar al suelo, un hilillo blanco y carmín salía de las comisuras de su boca, antes de morir dijo: "¡Puta Lupe, no te muevas, vaca maldita, me arruinas la cena!". Los súbditos no supieron qué hacer y lo único que se les ocurrió fue nombrar a Lupe como soberana, reina de México. Nadie sabe si vivieron felices para siempre, quién puede saberlo, cierto es que tenían leche caliente y la gente aprendió a decir mu cuando algo le incomodaba. Fin.
viernes, 17 de junio de 2016
Antes de mamar verifica si la teta está hinchada
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