En la entrada del Sangron's de las Américas (acá en Morguelia) he visto varias veces a un compadre que me llama mucho la atención. Este amigo se acuesta en la entrada del centro comercial y observa al mundo como si de un televisor se tratara, su posición horizontal delata languidez aunque no hay que engañarse, él flota muy orondo sobre el concreto; un brazo le sirve como almohada, con la otra mano se rasca la panza o se saca los mocos. ¿Qué mira con tanta fruición? Pues al montón de gente que pasa por ahí, este lugar es uno de los puntos de reunión de la futilidad michoacana, las muchachas tienen el desprecio en la mirada, los jóvenes llevan el orgullo en sus carteras, las familias van al cine o a hojear libros que nunca leerán. El hombre acostado se divierte con el consuetudinario espectáculo de frivolidad. ¿Qué pensará, por qué sonríe cada que lo observo? Tal vez he descubierto a un cínico contemporáneo, a un auténtico seguidor del perro, quizá el nuevo Diógenes reflexiona en esta ágora aséptica sobre las cuestiones más importantes de la existencia: el descanso y la risa.
viernes, 17 de junio de 2016
Pensamiento horizontal
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