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lunes, 8 de agosto de 2016

Un policía toca mi culo

Tengo miedo de que las noches estén llenas de policías ojos que brillan en la oscuridad, policías gato uñas largas que maúllan mi nombre en las azoteas (afirmativo tres veinticuatro), policías guardia romana que le queman las patas a mi águila que cae, policías estadounidenses que electrocutan a los negros y yo tan moreno, policías federales que le disparan a quemarropa al pueblo y no quiero morir tan joven, policías privados del estómago que no cagan, seguridad púbica pues la panza les tapa el sexo. Ramón me dijo patadas en el culo, veo a las estrellas parpadear mediocremente mientras el bardo quiebra el silencio de tantos crímenes, estoy en la cama sin querer apagar la luz, me rebelo al cuarto de fotografías con sus luces rojas a la Blow-Up, no revelo nada, mi cámara es digital y mortuoria. Tiemblo cuando pienso en los garrotazos que me darán sin que pueda verlos venir, fantasmas con gas pimienta, capuchas, cuernos de chivo, calaveritas sin dulces, tras cada golpe un grito mío; no tengo nada en contra de los esbirros, creo que todos podemos ser amigos, ir al cine y comer palomitas aunque estén más caras que la carne. Sudo frío porque nunca será así, ignoro cuáles películas son las de moda, además la mala ortografía de los periodistas impide que pueda descansar en paz, tengo la espalda llena de erratas, las doce madrugadas de mi cárcel están infectadas, se me antoja y quiero comerme mi propia pus, no alimento al monstruo del rencor, los perdono mientras veo como una rata carga una rebanada de pizza y pasa entre las rejas, ¡a la mierda el sistema penitenciario! Luego el roedor me muerde como yo muerdo la sábana, porque es lo único que sé hacer, imaginarme cosas cuando estoy sin camisa y desvelado.

Fotografía de Lucía Rodríguez Montes

viernes, 17 de junio de 2016

¿Duermes, amor?

Soy la luz de la mañana y quiero iluminar tu ano, pensé en esta frase varias veces durante la noche, Bataille apareció a las seis antes del meridiano, el insomnio y la disociación como molestos mosquitos, los conceptos médico psicológicos tan lejos de lo poético y dándome vueltas, escuchaba sus alas rondar por mi cabeza, luego vino la disertación sobre el plagio, hasta por los codos de lapsus y ocurrencias, los primeros ruidos del exterior y tú a mi lado, amaneciendo.

Creo que tuve un mal sueño, Freud y Jung se daban besos mientras yo me masturbaba, quizá fue la película de la noche anterior, Un método peligroso, la que no me dejó descansar en paz; sólo los muertos, escribió el hedonista. Puedo tener pesadillas con una piedra, no se trata del miedo sino del tedio. No pude pegar las pestañas, problemas para dormir, a diferencia de ti, que eres un ángel, parece que nada altera tu descanso, dan ganas no sólo de contemplarte, tocar se hace necesario.

A veces me es imposible dormir con tu olor, eso es, ya conecto, eres toda tú la que me altera, madrugué sin la ayuda de dios, te escuché respirar, tan tranquila dormías que me puse nervioso, desnuda de todas las cosas, flotabas mientras yo te susurraba falsos nombres: Simone-Julieta-Lulú-María. Tú pronunciaste, sin palabras, otros tantos: Morfeo-Nix-Somnus-Hypnos.

Tus tetas apuntaban al sur, las acaricié con parsimonia, in crescendo matutino y táctil, besé tu pezón siniestro y el derecho lo pellizqué, quería que despertaras y jugaras conmigo, fracasaron mis lascivos intentos, ¿o es que simulabas, duermevela?

Mi verga se puso tiesa, fue tu indiferencia onírica la que provocó al sátiro de mis venas, lamí tu redondo culo, metí la lengua en lo profundo de tu sueño, escarbé una promesa, tu orificio me invitó y entré, silencioso, ensalivando el placer.

Exploté rayo fulgurante, dejé que la flacidez llegara, poco a poco regresé a la forma cérvida, la eternidad dentro de ti se escurría, mar de leche, el semen salía de tu ano, palpitaban los bordes de carne, palpitaban las orillas rosadas, palpitaban mis miembros cansinos.

Con una sonrisa abriste los ojos, los buenos días fueron tus dientes, pusiste mi sexo entre tus manos, fui un Lázaro obediente. Toda brillabas, el sol iluminaba tus nalgas y yo sólo quería poseerte una vez más. Entonces me dijiste: Entra de nuevo. Y así lo hice.

Imagen de Alejandro Delgado

Pensamiento horizontal

En la entrada del Sangron's de las Américas (acá en Morguelia) he visto varias veces a un compadre que me llama mucho la atención. Este amigo se acuesta en la entrada del centro comercial y observa al mundo como si de un televisor se tratara, su posición horizontal delata languidez aunque no hay que engañarse, él flota muy orondo sobre el concreto; un brazo le sirve como almohada, con la otra mano se rasca la panza o se saca los mocos. ¿Qué mira con tanta fruición? Pues al montón de gente que pasa por ahí, este lugar es uno de los puntos de reunión de la futilidad michoacana, las muchachas tienen el desprecio en la mirada, los jóvenes llevan el orgullo en sus carteras, las familias van al cine o a hojear libros que nunca leerán. El hombre acostado se divierte con el consuetudinario espectáculo de frivolidad. ¿Qué pensará, por qué sonríe cada que lo observo? Tal vez he descubierto a un cínico contemporáneo, a un auténtico seguidor del perro, quizá el nuevo Diógenes reflexiona en esta ágora aséptica sobre las cuestiones más importantes de la existencia: el descanso y la risa.

sábado, 7 de mayo de 2016

Una tumba con índice

Cuando muera quisiera que me enterraran con mis libros, nunca nos entendimos bien, siempre había algo en lo que no estábamos de acuerdo, pero estuvieron ahí, tanto en los momentos difíciles como en los días de total claridad. No me cremen, quiero podrirme junto a ellos.

¿Cómo solucionar los problemas de la "humanidad"?

Los niños nos necesitan para que les trasmitamos el mensaje de que no deben tener más niños.

Es posible

No me alcanzarían las palabras para nombrar todas las injusticias del mundo, tendría que estar escribiendo el día entero, cada minuto, cada segundo. Y después vendría la pregunta ¿para qué tanta letra amontonada? Yo también he dañado a los demás: insulté, peleé, robé, maltraté, engañé a los amigos, familiares, a la personas que amo, a veces sin razón, sólo por ver sufrir a los otros. Si por algo me indigno ante los asesinatos ocurridos no es tanto porque me pueda tocar a mí sino porque yo puedo hacer algo parecido, este malestar es hacia adentro, contra las profundidades de lo que soy; tengo la (dis) capacidad de estrangular a alguien, poner una bomba en un aeropuerto o violar a una niña, por terrible que suenen estas violentas sílabas la maldad es parte de lo que somos. La miopía moral nos lleva a cometer actos estúpidos, la creencia ciega en algo (religión, política, deportes, etcétera) nos motiva a la destrucción, es cierto; pero otra parte vive en mí, en ti, en él, espera cualquier pretexto para activarse, es esto lo que me da más miedo. Esta gente que comete los actos que hoy todos aborrecemos son muy parecidos a nosotros, no creo que se les note a simple vista lo criminal. Recuerdo los personajes de Sade: filósofos, sacerdotes, científicos, empresarios, y también pobres, porque ser desgraciados no nos hace mejores personas. El mal es posible y hasta deseable, ¿por qué?

sábado, 6 de febrero de 2016

Sobre uno, el mismo

Tú sólo querías ser un poeta serio y escribir versos de amor en las braguetas del corazón. ¿Qué te pasó hermano? ¿En qué momento se hundió el Titanic de tu esperanza? "¿El Caliche? ¡Es un pendejo ese uei!", dicen por ahí. La gente ya no habla a tus espaldas, te señala con el dedo índice y con el medio te agrede. Aún recuerdo las últimas palabras que escribiste en el andrógino camión de la belleza: "Bailo porque ya no llueve en el verano de tu cuerpo". Te hemos perdido carnal.

martes, 11 de agosto de 2015

Preguntas

¿Tienes el valor de apedrear a los gobernantes o te vale?
¿Quién violó a la madre patria en una noche de verano?
¿Cuál de todas las injusticias es la que más te gusta?
¿En dónde está la dignidad de la humanidad?
¿Cuándo acabará la guerra de mi cabeza?
¿Por qué pregunto y no hago?
¿Cómo se puede vivir así?