lunes, 12 de mayo de 2014

Del trabajo y los enojos

  Explosiones de la contradicción cuando primero te dicen que sí y luego, en la madrugada, repleto de acumulaciones varias, te dicen que no. A qué puta madre estamos jugando con esta botella del dale vueltas. Signos de interrogación porque los días de descanso no te los pagan y estás cansado de hacer como si te gustara, no te gusta y se acabó, punto, que estallen las bombas que tengan que estallar y que maten a las esposas de los presidentes municipales y después que les hagan actos oficiales en donde las bandas de guerra se peleen entre ellas, como queriéndose arrancar las uñas con un martillo chueco. Esta esquina es de quejas y susurros al oído de la cámara de bicicleta que se poncha con cada desilusión de este puerco asalariado en que te has convertido, soñando en las empresas de los amigos y en que, algún día de tempestades azules, te ayudarán con millones de pesos para que escribas un libro que a nadie le importe de refresco, un libro que no te regresan el cambio, un libro desde la perspectiva de la palabra perspectiva. Metes a muchachas y a muchachos y te la meten y se las metes y así están pasando los trenes estridentes del inframundo rojo y un teléfono suena y te preguntan respuestas, ya que la noche está llena de vasos y elotes tú respondes con la otra mejilla del diablo. Ya llevamos dos colores: azul y rojo. Quien diga que esto es sobre-realismo está viajando en ese tren del atrás. No le debes nada a nadie, porque no piensas pagar, no piensas, no pagas, tus camaradas siguen leyendo a Marx mientras se rasgan las medias y tus otros camaradas adoran al Uei de plástico, el reloj rasca las horas mientras las prostitutas te adoptan. Cómo vas a dejar de escribir la afirmación negativa que representa este trayecto de malas ventas y ratas trueno con pulque del señor que pasa preguntando por ti y tú no estás porque estás en otra misión que no te pagan y sigues siendo el bueno del cuento que tú escribes gratis. Vivir de escritor es la última cena, ganas te faltan para seguir respirando el tubo de escape del camión de Santa María de Guisos, el camión con reporteros y su mala ortografía y sus egos como testículos, sus pensamientos del orto, sí hay ilación en lo que dices es sólo que solo no vas a ningún lugar, tienes que hacerte mafia y sacar tus pistolas y tomarte fotos porque ahora la abreviatura es la moda de los que, anglosajonamente, se sienten rebeldes. Tomar hasta la muerte y tomar fotografías para que te hagas famoso sin discurso, robar las ideas de los demás idiotas en este río sin curso propedéutico. Te pasas de cuerpo cavernoso y venoso, venenoso y maldito que eres y somos, el viento en la cara del erudito baboso, el viento que habla en la boca de tus enojos.

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