Hablo yo, varón ilustre y más que humano. La transformación racional de la ciudad es urgente. Sin destruir hay que pacificar. Renovarse: un nuevo mundo es posible. Es el tiempo de todos los tiempos. Regresemos a la Edad de Oro, el camino apenas comienza, ¿por qué creer en la oscuridad de la mentira? La verdad es lumbre, fuego que calienta. Siento que las cosas han perdido el rumbo, se han desviado, los atajos no han sido los mejores, la perversión ha ganado terreno. El hombre es esclavo del hombre, el desprecio de sí mismo se ha generalizado, le ha dado la espalda a las ideas, ha despreciado la razón. Y los más desprotegidos, nuestros pobres, son los que sufren más. Es suficiente ya, el dolor tiene que terminar, por eso el Hospital, hospitalidad, el abrazo, tengo fe en que las cosas cambien. Cambiarán.
La utopía es aquí y ahora. Platón nos enseñó que el mundo de las ideas y la realidad son uno y el mismo. La conexión es activa, es una acción transformadora y creativa. Tomás Moro imaginó una sociedad armónicamente constituida, como la música, hay que ejecutar su partitura, tocar las fibras más sensibles de esta sociedad. Escuchemos a los grandes, no están muertos, dialoguemos con ellos, la historia no es arriba ni abajo, izquierda o derecha, la historia es el instante. La confianza que Francisco de Zumárraga tuvo en mí se materializó en Santa Fe de la Laguna, porque tuve voluntad de hacer las cosas. Sé que no soy perfecto pero soy perfectible, al igual que mis hermanos todos, me equivoco, sí, pero del error aprendo y me levanto con más bríos, con la fuerza inextinguible de la esperanza. Nada me detiene, porque estoy vivo, respiro en cada uno de ustedes, soy su corazón y su cerebro.
El humanismo verdadero se encuentra en aquel que denuncia la injusticia, que hace suyo el reclamo. Hoy más que nunca se necesitan, urgen, verdaderos humanos preocupados por sus semejantes. Soy el que escucha. Soy el de la vida sencilla, vivo con poco, un pedazo de pan, una sábana limpia. Abrazo al que llora, curo al enfermo. Porque el cristianismo tiene como fundamento el amor al prójimo, debemos partir de aquí, sé que las cosas serán diferentes si no olvidamos este precepto. La violencia nos habita, es cierto, es parte de este ser escindido que somos, sólo aceptando la batalla interna cambiáremos al mundo, el sol volverá a brillar dentro de nosotros. Soy Vasco de Quiroga y lloro, porque en esta tierra dejé mi alma y ahora es pisoteada por la estulticia generalizada. ¿Qué se puede hacer? Todo se puede hacer, la utopía es aquí y ahora. El humanismo levanta la mano y yo sigo vivo.
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