El camión de la basura pasa el martes a las ocho. Salgo todavía con sueño. Les entrego mis desperdicios, lo que ya no quiero, los hombres de la recolección putrefacta ya tienen rato despiertos. Ellos esperan que les dé algunas monedas, pero no puedo, mi religión me lo prohíbe.
miércoles, 5 de agosto de 2015
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