Chemo cósmico, chemo sideral, así platicaba con Ramón cuando me di cuenta, caí en la cuenta metafísica, matemática y grifa del tiempo que siempre pierdo, la cuenta y el tiempo, la cuenta todavía no, aún no me retiro; repito, me acordé de que ya pasó casi un año desde el adiós de Josué hasta aquí, este hoy que se me encima de memorias. La lectura que haré en la Catedral el miércoles va con dedicatoria para mi carnal, mi amigo chino guapo flaco loco melómano: Oken. También va para el mar, que lo requirió, lo mandó llamar. Josué Ruiz Maldonado se fue un nueve de diciembre (2014), pero seguirá acá mientras no se nos olvide, mientras sigamos hablando de él, yo seguiré chingando, dando lata, chemeando letras que digan Josué.
domingo, 27 de diciembre de 2015
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