Pido perdón porque no puedo pedir fiado, dicen que mañana pero no les creo; el mismo anuncio de siempre, todos los días hoy no, cada segundo que pasa hoy no, mañana sí, el tiempo que si me preguntas me hago bolas y ruedo cuesta abajo con mi pecados: toneladas de carajos. Y me asaltan los piojos y las dudas, los hijos que vendrán a reclamarme lo poco responsable que fui-soy, los padres que no están ídem y las amigas bellas con largos cabellos. Grito, parado de manos en la puerta, que lo siento ciento de veces, sensible me toco el corazón porque soy el hijo que escupe cuando dicen abre la boquita. Además de ser sensual como los gatos que tienen hambre, también me muevo cadencioso entre los lamentos de los diabéticos y los tísicos. Cólicos en los vientres católicos por mi presencia presentante, armónicos pedos me reciben, la fila es larga e india, saludo con una reverencia a las personas que, como yo, no tienen quehacer, fundo mi religión sobre y con ellos, mi pistola les dispara en la tiendita de la esquina, papas, refrescos, chicles, golosinas.
domingo, 27 de diciembre de 2015
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