¿Un festival en donde no celebren nada? Las autoridades organizadoras se apresuran para terminar de violar las leyes en forma de grupa; las secretarias cuadrúpedas sueñan con una secretaría mientras practican la flexibilidad ante sus jefes. Toman nota con el ano. Discursos rusos en contra de todo, apachurrar el botón rojo es el deseo de los gringos. Verbena paupérrima en los teras del asesinato. Llegaron los camiones extremistas con judíos y musulmanes, vienen abrazados, huelen a carne quemada. Para la clausura, cascadas de caca y amenazas de bombas. Sospechosos mugrosos que agrían las fiestas. El policía más agudo le pregunta a Dios (mayúsculo infundio): "Si usted está en todas partes, tenemos pruebas de esto, ¿en dónde estaba la tarde del 23 de marzo de 1994?". Reporteros reportan que las tortas están buenas. Falta un espectáculo, uno más. En la oscuridad el silencio es rey, la cuestión es sorprender. Entonces ocurre el milagro: Llueven bebés del cielo, próximos habitantes de las cárceles, no alcanzó para los cohetes. Todavía hay incertidumbre en los corazones de la gente porque algunos infantes se estrellan contra el pavimento; bracitos y piernitas esparcidos por la avenida. Los que sí agarraron chamacos huyen de la escena del crimen, alguien tiene que limpiar este desorden. Los pobres son liberados, las cloacas se abren y las bolsas negras se llenan de fresco alimento, las patadas llegan a los hocicos de los perros, que también pertenecen al tercer mundo. La antropofagia es un deporte universal y Tera quiere decir monstruo.
domingo, 27 de diciembre de 2015
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