En la Tierra Caliente de Guerrero y Michoacán, en las lejanas comunidades de Chiapas y en el resto del mundo siguen golpeando, encarcelando y asesinando a los inocentes, a los que reclaman por las injusticias que se multiplican como cucarachas. Ya no hay diferencia (¿cuándo la hubo?) entre delincuentes y autoridades; la policía, el ejército y la marina son una bola de mercenarios, entrenados para matar ellos sólo hacen su "trabajo"; la patria es un fajo billetes. Al parecer, no hay otro camino más que el de la rebeldía y el sabotaje. Quien tenga armas, y no sólo las de la razón, que las utilice contra los gandallas, porque es muy fácil apelar al diálogo cuando no están violando a tus hijas, nadie piensa en poesía con una pistola en la cabeza. Desde este limbo virtual los apoyos son muy magros, pura palabrería, es cierto, pero es algo, un pellizco al silencio generalizado, un escupitajo a la tranquilidad. Que sirvan estas líneas para pensar, aunque sea un un poco, en lo que viene a la vuelta de la esquina.
sábado, 6 de febrero de 2016
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