sábado, 6 de febrero de 2016

Ubicuo

Opinemos todos, lancemos diatribas para arriba y luego desaparezcamos entre la multitud binaria, porque pensar no es lo de hoy, la baba y el escupitajo mental se esparce por las parcelas virtuales, estas ruinas que ves, amigo Jorge, son la civilización. Esta mina de estiércol, estos "amigos" estudiosos del vacío, estos pronombres proteicos. Somos la aprobación y la calumnia copulando en un gerundio apocalíptico.

Y tú, sí, tú, di algo, lo que sea, lo que te gusta, lo que no te gusta, apóyate en el infundio, te queda bien esa actitud desechable donde viertes la cerveza de tu existencia, pura espuma ontológica. Estamos a la espera de que aparezcas en la esquina del ordenador, sabio y simple, con tu cara de simulación, con tus gustos musicales, háblanos de los artistas emperifollados con los que te masturbas enfrente de tu madre, anda, dinos lo que no sabemos. Entonces, un segundo entonces, entonces la aprobación. Lo que es bueno y lo que es malo, tú lo sabes, tú lo entiendes. Danos tu miel marrón para embarrar en el pan de cada día.


Yo lavo la sangre de la tina de Anita. Tú ves todo esto y escribes un poema. Él denuncia las injusticias históricas. Ellos lo comparten, ustedes van al evento y nosotros seguimos en el atajo del ser, la brecha que nos lleva al comentario acertado del dios de la demencia.

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