Morir en viernes y con la fiesta en puerta, los platos en la mesa y las botellas en el refri. Morirse el sábado, cuando ningún judío trabaja, caer en el descanso absoluto, no importa que seas puto. El domingo es un mal día para morir, las carnitas no pueden quedarse en la mesa. Lunes, la muerte está fastidiada, no te mueras este día, mejor espera a que las nubes se disipen, al mal tiempo, buena vida. Morir un martes, mejor que el matrimonio, el pago de la tanda y los reclamos de la gente. Los miércoles son dos por uno para morir, pero hay que pagar con tarjeta. Jueves, ya qué, morir no es tan malo si es de noche y estás dormido, ya qué. Muerte, ¿por qué me miras a los ojos? Si los traigo rojos es por la contaminación, el aire sucio, las cacas de los perros y el humo de los sueños. No le tengo miedo a la muerte, sino a lo que hay después.
domingo, 2 de octubre de 2016
Digresión mortal
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