Consumí de todo aquella noche, también tu cuerpo. ¿Quién eres? Pues un puerco, un cerdo, un fajo de billetes falsos, eres un premio internacional que enorgullece a los nacionales estúpidos de tanto sol. Aquella noche no fue de romance sino de sexo anal en las piedras del patio de esta casa gramática. Y tú no estabas, tú tampoco, tú sí, poeta de marras. Clavaste tu espada samurái en mi espalda. Tú no estabas en mi lugar, ponte en mi lugar, así dicen en el transporte público cuando tienes alguna enfermedad mental o si de plano ya eres muy viejo para volar en aeroplano. Porque estás muerto y sigues presente en aquella noche del recuerdo, circular, también tu cuerpo hace música cuando lo aplasto con el pie del pensamiento.
martes, 1 de abril de 2014
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