El perro viejo vive en la plaza pública donde recibe las sobras de la ciudad. Hay una señora viuda que regala adjetivos a los que van pasando. También pasa un camión que te lleva a la desesperación si no te subes por delante, adelante hay lugar, grita el chofer. La únicas comas de este adefesio. La mágica transformación del lugar común que ya no es tan malo como lo fue ayer. En este sitio todavía existen los magos y las prostitutas y los taxis italianos del renacimiento. Cuando la noche cae aplasta todo porque la noche es una bota gigante. Si todo está aplastado de noche ya no puedo salir a jugar con mis soldados de carne. Un pueblo que no juega está condenado a recibir las sobras de las sobras del perro. Y en mi ciudad nada de esto pasa.
jueves, 24 de abril de 2014
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