Maritza se pegó en la boca con el borde de la puerta hoy en la mañana. La sangre no dejaba de salir y un charco profundo se formó. ¿Qué haremos con la sangre de Maritza? Gabriela, su mamá, se dispuso a recoger la sangre con un trapo. Llenó dos cubetas y media y las guardó en el refrigerador, un refrigerador muy grande o unas cubetas muy pequeñas, a según la imaginación del lector. Ahora mal, la boca de Maritza se hinchó tanto que tuvieron que picarle con agujas para sacarle la sangre molida, sangre negra que se acumuló en sus labios, por eso se hincharon, por eso las agujas. No sé si exista algo así como puerta-fobia pero creo que Maritza desarrollará algo así, ya veremos. En lo mientras, le enseñaré a Maritza algunas imágenes de mujeres africanas que, a modo de esteticismo, se hinchan los labios para ser atractivas, siempre estoy pensando en referencias.
martes, 1 de abril de 2014
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