Este tambor suena a tierra mojada, redobles y contratiempos antes de ir a morirse un poco a la oficina, antes de empezar la esclavitud consuetudinaria. Los pocos pedazos de tierra que el pavimento ha dejado se estremecen, se mecen también las calles, el asfalto se eriza cual si fuera piel. Se aproxima la lluvia y el sol pelea con las nubes por un poco de espacio. El ritmo de las estaciones ya tiene su danza, de raíz y aves que bailan en cables de luz. Esta mañana de percusiones y lindas muchachas hablándome del ensamble universal, ambos lados del quisiera y una gota de música, un rocío del ser.
jueves, 24 de abril de 2014
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