viernes, 27 de junio de 2014

  Rico, exquisito asesinato del hombre más poderoso del mundo. Tiempo nublado, espacio cerrado, con muchas precipitaciones en el estómago, pedos y lluvias parciales en los pantalones. Se manchan los zapatos con estas gotas de orines, el hocico te huele a cigarrillo. La noticia. Esta mañana de jueves, triste día de junio, alrededor de las nueve horas, tiempo del centro, en la colonia Héroes de la Castración, fue descuartizado Carlos Rojas Martínez, el hombre más feliz del planeta tierra. Todo indica que se trató de un crimen pasional, se encontraron poemas de amor junto al cuerpo del hoy occiso, cartas llenas de errores ortográficos pero con mucho sentimiento. Sus restos, los de las cartas que contienen poemas de amor mal escritos, fueron esparcidos en la cocina de la casa de dos pisos, casa muy bien amueblada, con dos baños, un perro de raza aria y un jardín más o menos hermoso. También murieron cien personas más, su servidumbre, pero ellos no interesan, nunca sonreían. Los vecinos preguntaron acerca de otros hombres felices. Aquí las bailarinas entran por la puerta grande cuando la banda toca Augusto Comte, es positivo señor, usted tiene el síndrome de la dispersión. Aquí es cualquier lugar en donde se pueda fumar. Tres fases del espíritu humano: hedonista, científico y humilde. La sección de sociales anuncia al famoso Feminismo, la fe está en una falda corta. Una mujer llamada Sofía es cortejada por por dos hombres griegos, la acción se realizó en pleno plexo solar, porque las mujeres son poderosas y se toman fotografías frente al espejo de sus pulcros baños, hay un viento que viene del sur y huele a rayos, Zeus zoofílico que se esconde detrás del estómago. El periódico ha hablado porque está blando, está hablando el periódico blando. Se moja, lo sentimos, está húmedo, las piernas tiemblan, es mil novecientos ochenta y cinco. Falta un año para que acabe este año, el espíritu histórico que atraviesa el puente de la oportunidad, el cabello del caballo sirve para el mal de próstata. Editorial: Tus opiniones son como una mosca verde que vuela alrededor de un pedazo de carne jugosa y descompuesta. El cielo se abre, sale el sol, la gente sigue creyendo en los astros y sus enigmas.
  En el silencio chispeante de este cuarto subjetivizado se esconde un libro sin leer, los grillos blancos de la leche lo escuchan y entre líneas adivinan que falta la hora de dormir para sus ojos cansados, un desvelo insecto que lucha con la lectura que no ha sido. El libro, triste, se lee así mismo, se da vuelta a la página, se pone un separador muy mono, se dirige al baño con ganas del dos, no hay papel higiénico, hace uso de sí mismo para limpiarse; la expulsión de letras digeridas. La falta de audición del viejo sillón ha demostrado lo poco que les interesa a los muebles que haya murmullos, suspiros o gritos, que haya libros olvidados, libros caníbales. Cloro en el agua, una mosca con olor de pies tararea la marcha de Zacatecas, esta melodía anuncia el recreo, palabras primarias en donde existe el agandalle infantil: las mayúsculas golpean a las minúsculas. Padres de familia discutiendo sobre la muerte de una de ellas, murió la "o".

  Preámbulo oloroso en esta casa del cuarto silencioso, un libro sin lectura se quema, las carnitas ya casi están en Quiroga, cartografía y gastronomía van de la mano. Los franceses hermosos flotan en las azoteas sucias de un país extranjero, hacen yoga y toman vino siempre extraño, los vecinos acusantes tienden sus ropas manchadas de pastel, sus ropas que no están lavadas bien. El bien es lo contrario del mal, un diccionario redondo, círculo vicioso, filósofo falásico, feo fervor de lo falso. El inicio de esta carrera contra lo absurdo. Primer lugar: un falo. Segundo lugar: dos falos. Tercer lugar: el libro no leído.

  Tres párrafos separados por un espacio en donde podrían vivir millones de microbios y bacterias, pero no lo hacen, se ha muerto la pila de las ganas, pila como recipiente de agua, pila como contaminante de agua. Las baterías emocionantes se han acabado, terminado el hado de las ganas, finalizado el tiempo de los sinónimos que se rebelan, que quieren ser auténticos, ha llegado la hora de la energía negra. Energúmeno policía de la música, tocas hoy, tocas mañana, tocas cada día de este calendario podrido y dejas sin trabajo a los otros cavernícolas que también tienen familias, horribles parientes con hambre y con frío. Tres veces te han señalado con el dedo grande, te han dado en el clavo sin cruz, este albañil es un poeta y viene por ti, ¡deja ya de hacer tus ruidos de mandril!

martes, 24 de junio de 2014

  Estoy en la frontera México-EUA, soy un niño solitario que va en busca de sus parientes, el pretexto perfecto. La misma canción: Busco las oportunidades que en mi país no encontré. Soy un niño ilegal que intenta pasar de Tijuana a San Diego. Soy ilegal en México porque soy de la calle, soy ilegal en EUA porque soy de México, sin papeles, sin dinero, sin edad para hacer lo que estoy haciendo. Soy una cifra, una estadística, un estorbo. Soy incómodo para ambos gobiernos, incomodo a muchos burócratas que por mi culpa realizan papeleos que nadie entiende y que a nadie le importan. Camino por calles desconocidas y agresivas, tengo sed, tengo hambre, tengo suerte de no ser mujer, de no ser niña, porque vi lo que les hicieron a las que venían conmigo, ¿dónde están ellas ahora? Soy un solitario, aventado a mi suerte, una lágrima infantil que se escurre por esta mejilla de asfalto que me quema los zapatos rotos, me aguanto las ganas, como los meros machos de mi barrio, barrio que se quedó atrás, kilómetros abajo. Soy un bulto, escondido en una camioneta, evitando el sudor y los gritos de desesperación que en el último momento echan todo a perder. El idioma no me da miedo. My name is Pedro. I'm from San Diego. I'm looking my father. Cuando esté del otro lado las cosas cambiarán porque estoy decidido, soy esperanza y olvido, una moneda que da vueltas en la línea, regresar está descartado. Soy un niño que crecerá y se hará hombre, regresaré, sé que volveré a la tierra que nada me dio. ¿Me conoces?
  Estas buenas tardes no tienen sabor. Mejor sería que te ahorres el saludo, que lo metas en una alcancía, que abras una cuenta en el banco, quizá juntes una fortuna de saludos innecesarios. Y tu sonrisa fingida, las manos frías, el abrazo como no queriendo. Falsas amistades, peligrosas muestras de cariño inexistente.

Carcoma de la razón

  Un estado sin gobierno es como una paleta sin envoltura, es más fácil comérsela toda cuando aún está dura, fría y congelada paleta de limón que chupamos mientras los gobernadores sufren porque tienen cáncer de riñón, pulmón e hígado. Los políticos no se han dado cuenta que las ubres, las chichis, tetas, senos, cosenos, tangentes, cotangentes, ángulos rectos, también tienen malformación congénita; estos funcionarios públicos han consumido un montón de tacos de tripas en donde las moscas verdes se paran y los reporteros podridos toman fotografías con las que pagan las operaciones plásticas de sus señoras madres quienes se llenan de maquillaje para cubrir la vergüenza de haber tenido un hijo reportero y vendido. La célula está descompuesta, una congestión familiar en las vías del tren, véase infra. No es el típico pleito, esta sociedad es patológica por definición, dejemos al Fausto de Goethe y al Doktor Faustus de Mann. Lo nuestro es más vulgar, se trata de una gran familia templada, tibia, en donde los hombres son caballeros, dios los vomita por educación. Estos caballeros decoran sus ciudades, las pintan de rojo y color carne, le ponen adornos a las calles, carteles con poemas, cabezas humanas colgando como testículos en los puentes, bonita la urbe con su caos delicioso, el humo de las fábricas y los automóviles quemados, el art déco de la mafia. Los señores tibios y los gobernadores con cáncer son amigos. Pero esto no es particular, la enfermedad es mundial, una pandemia que se extiende despacio en el espacio de nuestra globalización enferma. Multitudes protestan en los estadios, gritan ¡gol!, en realidad gol quiere decir Moloch. Muchos moscos sudamericanos tienen armas de alto calibre por si se ocupa calmar a los hoscos habitantes de las favelas, mosquitos caníbales que devoran a sus hermanos. Rimas e infrarrealismo descompuesto en este río de populismo de dos por peso, ad hoc provinciano y nacionalista, internacional patada en el trasero de la cordura que no nunca hubo. El juego es hermoso cuando no hay dinero de por medio, cuando las reglas del juego se adaptan al libre albedrío de los jugadores, la diversión como teleología. Presidentes, diputados, senadores que se limpian el culo con la política de Aristóteles, les cayó mal la cena con heces y ahora vienen por nosotros, pura venganza, nos culpan por el tumor que los contamina, buscan la destrucción masiva de las tortillerías, hambre es lo que tienen las mayorías y comienzan a devorar sus credenciales con fotografía. Época de militares y futbolistas metrosexuales, los sacerdotes del canal dos han hablado, los discursos y apologías en este mundo de pesadillas, ¡quesadillas para el hambre trascendental! Los mangos están envenenados, la canícula que se aproxima es una dictadura castrense; lo que se aproxima ya está en nuestras narices, como un moco, véase supra. Somos aquellos que ven el peligro venir y siguen metiéndose las piedras en los bolsillos. El pito suena estruendoso, se nos mete en las orejas. Estamos comiendo estiércol sin hongos en medio de la vía, la gran vía por la que pasa este tren que transporta carros último modelo que ninguno de nosotros manejará, lleva también materiales explosivos para la destrucción, lo niños que soñaban con patear un balón ahora no tienen pies porque se los aplastó el ferrocarril. Esta bestia mecánica ya nos ha pasado por encima, nuestros sesos son devorados por los cuervos del oportunismo y el cansancio le dice a esta pluma ya basta.
  La basura que tiraste regresa. Llueve y las coladeras se tapan, preguntas ¿por qué se inunda? La basura que tiraste en la calle te persigue, se mete a tu cuarto, pasa por tu cocina, las ratas nadan alrededor de ti y preguntas ¿por qué a mí? Pero no hubo luz en tu acción, oscuridad, aguas negras, contribución a la perdición, acción proporcionalmente inversa a la inteligencia. La basura que tiraste en la calle, la que no te importó, ésa, la olvidada, regresa por ti.

Once

Una mancha negra en la alberca
Oscuro Traje de baño que llevas
Fundidos lentes de sol en tus ojos
¿Es el astro de luz una molestia?
Pregúntale a la fotosíntesis

Tienes hasta las ocho para nadar
Mancha negra mojada tu piel blanca
Moviéndose invisibles las ondas
Para nadar hasta las ocho tienes
Flotando te quedas en la alberca

Once de la noche y tú con lentes.
  Me quejo porque no me dejo, así soy y qué pasa si digo lo que pienso aunque el pienso sea comida de dudosa procedencia que les dan a los animalitos de las oficinas, pobres burócratas que son revolucionarios institucionales y se visten de amarillo o azul, "a según" el falo que los cobije, pobres de ellos que no pueden quejarse porque los despiden, pobre de mí que no me pueden despedir porque no tengo trabajo, me quejo. Soy inculto porque los intelectuales están con el poder, por eso el "a según" constante. ¿Qué es el poder? El poder es un billete de mil pesos, estos billetes abundan en los centros comerciales, sus dueños son anónimos y están sentados al fondo a la derecha. Me quejo de mis viente pesos, Benito Juárez vale sólo dos decenas de miserias, un refresco y un bolillo, ni una torta de jamón de pavo para el chavo del chocho que soy. Protesto contra Chespirito porque es poderoso en su arrugada existencia. El poder es un señor que se llama Don Juan, es bibliotecario y le arranca las hojas a los libros que él considera subversivos. Denuncio el maltrato de los libros, las bibliotecas públicas tienen que ser burdeles del saber, no puedes tocar o te sacan. Me manifiesto en contra de las tesis universitarias, obligadas e insípidas, ya es suficiente haber soportado durante años los traumas psicosexuales de los profesores "rururbanos". Pasa que estoy harto de este mundo que no se acomoda a mis deseos, veo máculas por doquier, otros mundos son posibles aunque éste sea el mejor de los basureros posibles, según Leibniz y los meteoritos que destruyen dinosaurios y rusos. Me quejo hasta que llegan los policías con sus razones gas, sus razones macana, sus razones bala de goma. De frente me da miedo opinar, pero si te volteas, esbirro azul-verde-gris, te escupo la nuca, te pico la cola que llevas entre las patas, porque tú también tienes una familia que mantener, ambos somos equilibristas y ambos, sin que lo puedas negar, tenemos ganas de triunfar. Si yo fuera presidente no estaría quejándome, festejaría la vanidad y utilizaría un disfraz invisible; pobre de aquel que advirtiera mi desnudez. Sueño cuando me quejo: si yo fuera rey de España le declararía la guerra a los Estados Unidos de Norteamérica (gringos, chilangos y quebequenses), pondría a trabajar a todos los hindúes que se disfrazan de campesinos mexicanos, prohibiría la música indie y haría obligatoria la caza de brujas. Sueño, ni siquiera credencial para votar tengo y llevo marcado el nopal en la frente, estoy soñando, vivo en contra de este sistema que me sostiene y justifica. A pesar de las toneladas de inconformidades que día a día se producen, la calma reina, un mar tranquilo, una playa en el pacífico con su enramada artificial, yo soy el mesero que tiene que sonreír sin ganas: "Aquí está su bebida, señor". Vivo en este terreno que no es mío, pago el agua, la luz, el gas, la basura (¡la basura!), la colegiatura, las más de las veces quedo a deber. Qué cómico soy, me quejo sin darme cuenta que soy causa y efecto. Las molestias vienen por el de arriba, ése que siempre es mejor que yo, me llueve la incomodidad y recuerdo que olvidé el paraguas, pero no sé dónde está el punto álgido de mi ya casi, ¡Chava Flores, llévame contigo! La congruencia me suena a desagüe, ¿ya protesté por los ríos morelianos que en vez de peces tienen heces?

lunes, 16 de junio de 2014

Biografías fantásticas: Guillermo Portillo Hofmann

Guillermo Portillo Hofmann nace en el Distrito Federal, asfalto fértil y sagrado, la fecha exacta de su llegada a este mundo (¿hay otro?) se ha perdido en el tiempo, se ha olvidado por completo, porque de años sólo hablan los carceleros y los encarcelados, y Memo ha descubierto que las neuronas se regeneran. En sus intempestivas palabras descubrimos el hilo de oro del asunto: “Décadas diluidas en unos cuantos instantes petrificados pero sustanciosos, con peso y dimensión propia”. Desde muy niño le gustó la independencia, la reforma no mucho pues es la misma mula pero revolcada, su favorita es la revolución que ocurre a cada instante en su corazón, palpitante de ritmo, melodía del día al día que corre por sus venas. En su adolescencia sufrió algo, ¿quién no?, principalmente porque no había ido a Acapulco. Un viaje constante y a huevo del D.F. a Morelos, un trayecto algo ingrato pero necesario para curtir su ser, escabeche y chipotles, que adolece el muchacho, la necesidad, el queso camembert y el mezcal ya lo estaban esperando a la vuelta de la esquina. Fue y es el más pequeño de sus hermanos de sangre, pero es grande de espíritu y tiene una bicicleta y un bocho rojo. Aunque quería ser médico terminó andando por el afortunado y pedregoso camino de la música. Ya de chamaco le decían que era bueno para soplar, él se defendía diciendo “sóplame ésta”. Estudió en la Escuela Nacional de Música donde también dio clases, además de armar buenos desmadres y cotorreos con la raza chilanga y añadidos pachecos. Hace veinte años llegó a Michoacán, hizo bien. Da clases en el Conservatorio de las Rosas y toca la flauta transversal en la Orquesta Sinfónica de Michoacán, además de que constantemente la está haciendo de jamón en marchas y manifestaciones por la insistente creencia en un mundo mejor, aunque esto no quita que a veces le brote lo misántropo. Uno de los muchos grupos con los que ha tocado es la Banda Elástica, el estira y afloja del hacer musical colectivo que está grabado en el disco “Aquí, allá y acullá”. Dicen que viajó por Europa y Uruapan, que vivió un tiempo en Francia y que tocaba en el metro parisino como método improvisado de sobrevivencia. Últimamente se le puede ver y escuchar tocando en su proyecto pos-modernista (¡pos ya qué!) “Estresarte”, al lado de grandes y esquizofrénicas personalidades morelianas. Los días domingos, cuando hay chance, se le encuentra en Agua Zarca, ahí, con doña Imelda, en el mítico camino a Chorro Prieto, donde, dice él, se da baños de cerro, el chapuzón de montaña que le permite refrescar esa sonrisa perenne que le caracteriza.

Biografías fantásticas: Fray Bernardino de Sahagún y sus cosas

  Bernardino de Ribera, o Ribeira, hace su aparición entre 1498 y 1500, tardó mucho en salir del vientre materno, la vida es un puente de incertidumbre hacia la muerte y la muerte de Bernandino ocurre en 1590, esto está más claro que el agua de la seguridad en que se baña Epicuro, por aquello de que la muerte es cuando uno no está, es que vamos mucho a la tienda de la esquina (Ocso). Datos escuetos sobre su infancia: Los mayores escondían a Bernardino, sus carnes jóvenes ponían nerviosas a las mujeres, era de muy buen ver y las muchachas se alborotaban al verlo pasar; los frailes se ponían algo celosos también, pues ellos eran feos como su religión, bueno, no tanto como ésta. Franciscano la orden religiosa de Sahagún, lo que significa un fuerte olor a humanismo, por los pies descalzos, quizá. Hermano Poverello ¿dónde está el lobo? Estuvo en Michoacán en 1558 como visitador de la custodia del Santo Evangelio, así como también en Tula, Tlatelolco, Tepepulco y Tlamanalco, donde conoció los tacos de ubre. La Historia General de las Cosas de la Nueva España, su obra principal, fue censurada, el gacho Felipe Calderón II (también conocido como Enrique el tonto o Enrique el estúpido) la prohibió. En el prólogo al primer libro de su Historia General, Bernardino habla como médico de cuerpos y almas (al más puro estilo de Taylor Cadwell), nos dice que desea curar a los enfermos, los indios, conociendo, primero, el mal que los atañe para, después, poder dar buena medicina, es decir, la doctrina cristiana. Tergiversaciones de la idiosincrasia de los mexicanos y anexos, a saber: las fiestas y ceremonias que estos naturales hacían con grupos de corridos norteños, así como del principio que tuvieron los narcocorridos; el arte de adivinar que estos mexicanos usaban para saber si la selección nacional ganaría o perdería; la retórica, filosofía moral y teología de la gente mexicana, donde hay cosas muy curiosas como el lenguaje de los diputados y senadores, así como el Manual de Carreño; la astrología natural y la lectura de cartas, el signo zodiacal y el poder de Walter Mercado; los reyes y señores, el gobierno de sus reinos y los partidos políticos; los vicios y virtudes de esta gente indiana, el chemo y la mona, la mota, el mezcal y el cristal; las propiedades de los animales, aves rostizadas, peces pescados, perros chihuahua, árboles meados, hierbas de adorno, flores del campo, metales y rock pesado, piedras y bases, los colores de la bandera; la conquista de México, el cortejo y la serenata. La obra de Sahagún es importantísima, ya que reúne gran parte del bagaje cultural y pornográfico de los mexicanos, especialmente de los habitantes de Ciudad Neza, las fuentes que utiliza son los viejos drogadictos de las comunidades de Tierra Caliente. Él mismo se presenta como un recuperador del saber de la Nueva España, dice en el prólogo del primer libro de su Historia General que: Es para redimir mil canas, porque con menos trabajo de lo que aquí me cuesta, podrán los que quisieran, saber en poco tiempo muchas de sus antiguallas y todo el lenguaje de la gente mexicana. O sea, Sahagún hace paro.

Maullido

  No, no he visto mentes brillantes por aquí, lo único que brilla es el semen de las masturbaciones cacofónicas del hoy, la luz negra me delata y la gente señala mi bragueta, se ríen de lo que digo y tosen mientras hablo, cómo si ellos tuvieran mejores cosas para decir. Alzo la voz. Un gato blanco se me enreda entre las piernas, no es un gato, es una gata que maúlla, maullido felino. Ayer vi a un policía federal pegándose a sí mismo con su macana, se golpeó repetidas veces en el cráneo, reventándolo, sangre por todas partes, pensé que moriría del golpe y sin embargo aquí sigue, el policía se convirtió en gata blanca, persiste la vida a pesar del dolor de siglos y siglos representado en esta pequeña creatura de la imaginación. De qué sirvió la sangre del gato torturado por la ley, por su propia ley, quizá si fueran autodefensas o artistas gráficos, no se golpearían a sí mismos, pero ninguno de ellos conoce la autocrítica. El policía que es gato, el gato que es gata blanca, la gata blanca que maúlla, maullido. La gata blanca se me enreda entre las piernas, tiene un ojo colgando y la lengua de fuera. Me salgo del burdel donde leo y en la calle veo a los obesos padres de familia manejar sus automóviles último modelo, los conducen como si estuvieran fornicando con las prostitutas de la antigua central, orgullosos de sus penes y de sus billetes de doscientos pesos, aceleran, queman llanta, le suben el volumen a sus estéreos último modelo; en el asiento trasero de estos automóviles viajan los infantes terribles que harán estremecer al mundo con su indiferencia, galicismo y esperanza de unos cuantos metros recorridos, los niños terribles están llenos de moretones y arañazos, los veo, te digo que repares en la violencia que va en cada carro de esta avenida, coche y choque, transporte privado en donde los padres de familia lloran como niñas cuando sus esposas los abandonan, sus cocheras son sus tumbas. Ahora estoy en el Jardín de las Rosas tomándome un café, los viejos profesores de la universidad le llaman culodromo, estos maestros dan clases de ética y derecho, son eméritos de la vulgaridad y yo fui su alumno. Veo a los floripondios tornasolados inspirar la mala música del más pusilánime de los conservatorios, la fuente llena de gargajos vibra con los violines y las percusiones están en el último salón, un vendedor de collares se me acerca pidiéndome un peso y le digo que yo soy uno de ellos, un pedidor de pesos, uno más, una gran mentira de este capitalismo inmortal que me atraviesa y los atraviesa a todos ustedes, miradas impertinentes. Hay hierba mala tomando cerveza en promoción, sigo en el Jardín que está en medio, entre el museo de la muerte y la tesorería del robo. La hierba no tiene cerebro, las hojas no sólo caen en otoño, estamos en primavera, casi verano, diferenciar las estaciones en una época de aspiraciones y crack, helecho de aplausos en el bosque tropical de mis axilas, una bomba de flores que explota un dieciséis de septiembre, sigo en el Jardín, recordando que hoy se celebra algo, no sé qué, pero es un algo poderoso. ¡Basta ya de digresiones! Voy al cine con la esperanza de que las miradas cesen, entro tropezándome como es mi costumbre, en la última butaca veo al director de la película, me acerco a él y le doy un puñetazo en la cara como venganza, soy el vengador de la gata blanca que fue policía federal. Falta un intermedio en esta función, el director regresa del baño y trae una servilleta metida en las narices, las miradas todavía me persiguen en la oscuridad, salgo con el pretexto de comprar algo, lo que sea, me acerco a la fuente de sodas (qué anacrónico nombre), le pido un autógrafo a la señorita que vende palomitas, se niega, porque su trabajo no la dignifica, debe mucho dinero y estudia literatura. ¿Por qué me ven? ¿Para qué tanta mirada desperdiciada en este yonki de cinco pesos? No hay originalidad en las paradas de camiones, en ningún lado los peces bailan, así me digo cuando salgo del cine sin el autógrafo triste. No, no, no, no, un beat que se repite en los bolsillos cada que vez que meto mi mano, una afirmación negativa en el camino, apenas llevo recorrido el primer tercio de las carreteras del mirar, en vez de guía roji traigo mi libro de sueños. El mundo está cerrado por reparaciones y estoy tan paranoico como una mosca de carnicería. Las nubes negras se posan amenazantes sobre las calles de Morelia, ahora el agua del cielo también me mira, junto con ustedes las gotas. Llueve copiosamente, un río de opiniones se desborda inundando las colonias más melancólicas de esta ciudad. No traigo salvavidas ni traje de baño, con el agua hasta el cuello pierdo las ganas de vivir y comienzo a dejarme morir, a lo lejos veo un barco de papel que se acerca, en él navega una señora perfumada, huele a jamón de Kentucky, y ella me salva, no sé cómo pero me salva. Me lleva a su casa. Cuando logro estabilizarme (¿es posible esto?) le pregunto su nombre, ella dice “Me llamo William” y cierro los ojos.

Alfredo Palacios

¿Usted lee y qué libros lee, Alfredo Palacios?
Yo leo, lógicamente que leo muchos libros. 
La vida es como una canción ranchera, 
hay que cantarla con sentimiento y, si se puede, llorar. 
Por ejemplo, a este muchacho, Carlos Rojas, 
se lo dieron peladito y en la boca, el cariño, 
y él es don nadie, no hace nada y dice que escribe;
a mí también me va bien, pero soy locutor 
y doy consejos casi de cualquier cosa, mírame bien. 
A Carlos le traían su mamila de Arabia Saudita, 
especial, mucho dinero que se gastaban 
en la chupada de biberón de este chamaco. 
Sé que hay variedad en el reino del señor, 
a partir de las doce de la noche, he ido, se pone bueno. 
Y llega Carlos con cara de no rompo un plato, 
él jamás podrá sentarse y decir tranquilamente 
"Una cerveza", porque hablará del hambre 
mientras la variedad sigue y no le creerán. 
Allá andan de pobres en las novelas y yo me río,
con mis labios y mis dientes, carcajadas incrédulas. 
Se meten un chícharo en las orejas y ya creen que actúan. 
Porque todo el mundo tiene una historia, no sólo yo, 
aunque las personas no tengan Salud y Belleza, 
tienen su historia, por muy tonta e insípida que sea. 
Como ese Carlos, lo odio tanto, lo parieron en una cama de agua, 
sábanas de seda, vi la mancha, enorme, parecía mole poblano, 
horrible, una buena tela que echaron a perder. 
Hablo porque pienso, Dios nos dio un cerebro y una cabezota, 
unas más ricas que otras, pero todos tenemos historias y cabezas. 
Te digo que yo leo, leo a Ramón Xirau, Charles Sanders Pierce 
y a Yolanda Vargas Dulché. Déjense ya de pendejadas. 
En el futuro de mis anhelos, que está lleno de ciencia ficción tercermundista, tus ojos radioactivos me miran, me contaminan de un presente clonado de recuerdo, lo hacen con esa fruición de elevador automático. Y es ahora la hora en que habría sido después, un instante fotográfico y digital, si el tiempo total se detuviera conmigo cuando te pienso aquí, en esta máquina de añoranzas.
  El beat suena con su tin tin alcohólico, una colectiva y mala lectura de un autor ruso taladra los oídos, las orejas calientes, café gratis y muy pocas galletas. Aquí estoy, comiendo conocimiento y esperando la iluminación. Galicismos, anglicismos, unión soviética y lucha de clases en el salón. El taller de los artículos: el perro ladraba, la nalga escupía, las noches malas en que te recuerdo, lo abstracto de la gelatina, los ordenadores para robar y los teléfonos con mensajes que muy poco dicen del verdadero amor de los frailes, móviles para los españoles con bigote de gusano azotador, móvil del sagrado ruido a la hora del cuento, regresión a la escuela, voy y vengo. Huevos con jamón para los asistentes al diplomado, la casa de la gallina invita, esto no es un perchero aunque el gallo cante en una de sus patas invertidas, me senté en el lugar del con permiso incesante. Una obra de teatro del absurdo en el Museo del Estado, soy parte de ella, soy parte de él, soy museo, soy obra de teatro, soy absurdo. El señor de las gafas que está de oyente es un farsante que sale y entra como Juan por su apocalipsis, versículo satánico de poca monta, los jinetes del movimiento alternado compiten en mi cabeza, parpadeo y parpadeo y trato pero el truco es más difícil de lo que parece. Así que es poca atención la que pongo, las máquinas de luz que funcionan con gasolina suenan, la búsqueda de visión es darle vuelta a la hoja, un garabato, dame más café. Entonces, con la brújula dañada, recuerdo que en la noche hay fiesta, ¿iré?, ¿no iré? Estoy confundido con la rosa que roza en la calvicie, poco dinero en el bolsillo, unos pesos inseguros nadan entre pelusas y microbios. Ya habrá otros que quieran mostrarme su intimidad, seguro que habrá otros, ahora debo de concentrarme en el caldo de pollo, recomendación del maestro. La risa me gana la carrera y dejo las preocupaciones para más tarde, alzo la mano y doy mi opinión.

Hombre

  Un paraguas negro porta un elegante hombre. Lo lleva con orgullo, aunque no haya sol ni llueva. Ahí va el paraguas con su hombre, abriéndolo y cerrándolo para comprobar que sigue funcionando, para verificar la sombra seca que le proporciona el hombre al paraguas. Y si no sirve el hombre, si se descompone, no importa, hay muchas tiendas donde los venden.

martes, 3 de junio de 2014

  ¿Cuál es el diámetro del círculo de sanación? La terapéutica actual no se mide, se estira, se la jala hasta perder la simetría.
  La biografía fantástica es el método de conocimiento subjetivo e intrapersonal que mezcla lo aparente con la ficción, no es una ciencia sino un juego. Sin buscar una fenomenología del sujeto, un agotamiento de lo que es, la biografía fantástica va al fenómeno como quien va al parque de diversiones, se entretiene con lo dado, jamás hay frustración pues lo que importa es jugar, hacer variaciones imposibles con las reglas móviles, según se vayan necesitando, dependiendo del caso. Ver en el otro lo posible, lo imposible y lo mágico.
  Al llegar a la página 495 del libro siento miedo, un vértigo, y es porque estoy dentro de la historia que leo, soy parte de ella, un personaje secundario que se asoma entre líneas, un extra de esta existencia de papel e invención. Cuando termine de leer esta novela, yo también terminaré, con ella finalizo, el aniquilamiento mutuo. ¿Cuántas páginas tiene este libro? 681 páginas. Quizá, con algo de suerte, deje inconclusa la lectura, sobreviviré entre las cosas que he dejado esperando, y que aún me esperan en el camino del fin.
  Hoy no es domingo, no me vengan con misas y fútbol, hoy quiero ser Napoleón y cambiar mis fichas por viento, soplar muy fuerte para derrumbar la casa de los tres poderes, derribar al estado cochinito.
Si el amor fuera una fruta, nosotros gusanos. Casi todo está hecho para el pasado. Si el amor fuera, entonces yo vengo. El presente está hecho de pasado, enunciado compuesto de deshechos inmediatos. La televisión nos da el horario de los besos y el fútbol patea los balones del aborto, producto del amor, mis chocolates son fetos. En el estómago tengo mentiras de las mariposas monarcas, revolotean, porque no vienen y si vienen ¿para qué vienen? Las abejas en una marcha de la diversidad del amor, protestan y pican las cabezas huecas de nuestra conciencia. Si el amor de noche está cubierto, relleno de caricias, entonces mataremos a Doña Blanca para ver en su interior. Sí, el amor, relación lógica en el universo de mi refresco oscuro. Una estrella fugaz arrepentida, que vuelve a casa, enamorada.
  Bajando al sótano sin cuenta voy, a ciegas numéricas, siempre hacia abajo, yendo por el camino equivocado del gerundio, y seguí-sigo-seguiré, soy la conjugación del terror. Lo correcto no es de mi incumbencia, la palabra incumbencia es un tanto cacófona y jurídica; un tanto es un algo mucho pero moderado, véase la palabra avalancha, un francés que tiene chance, la oportunidad de salir de París en un alud hacia América. Estoy cayendo en el rancho nómada de mi imaginación, soy un rural de la fantasía y hay colgados en los árboles de la brecha. Mientras bajaba pensaba en todo lo anterior y en todo el porvenir, en lo que soy, en el cúmulo de recuerdos que se amontonan en lo profundo de mi cabeza, o en medio de este corazón colesterol, o en esa cosa metafísica llamada ser, en Galia, Alemania, pensaba que pensaba y estaba sumergiendo pisadas en un charco poco profundo. Esta escalera hacia abajo no tiene fin, he visto a Beatriz, quien vive en el infierno del cielo invertido, me ha dicho que yo no soy poeta, que soy un consumidor de pomadas para la micosis, que soy un enfermo en picada, un mole de olla sin invitados. Así de mal caigo yo.
  Distinguir entre el verbo poetiza y el sustantivo poetisa. No es lo mismo. Qué difícil y aburrido andar explicando la trama de la telaraña, las vueltas, los cruces, como mosca te atrapas y te como, mosca pendeja, pendeja como vello púbico femenino que se atrasa y se atrapa por el peso de sus alas que no vuelan. Un poco de atención lector, al menos la proporcional al esfuerzo hecho en el momento del deshecho que tú desprecias. Cago palabras porque esto es un desagüe social, digo puta y puto y el crimen está hecho, pero sin problemas te persignas frente al pederasta, los pederastas también viven en nuestras propias casas, ni tan propias ¿verdad? Ya está el café, ya me voy.
  Este trayecto del sin trabajo me tiene en la ruina del bienestar, pero estoy bien. El sudor de mi frente no es proporcional a los billetes y monedas de mi bolsillo sin cartera, billetes y monedas que se pierden en la tienda de la esquina, en los condones similares. ¡Pinche dios-patrón culebra que te arrastras entre las cobijas rotas de los pobres! La sangre de cada mes se evapora, la respiro, me limpio el rojo de la nariz, cocaína de fresa, manzanas, mi querido teo-capitalista, el milagro de la vida y sin vacaciones pagadas, la renta y el garrafón de agua, aceite de carro porque el perro tiene sarna. Veo que me estoy haciendo viejo porque ya no se me paran los amigos, ya no me visitan las ganas de ir a verlos. Pesos escondidos por esta casa que no es mía, porque ni la nada es mía mucho menos los pesos, pesos completos, centavos que os voy hablar. Decimonónica sentencia que cuesta poco, ¿me la fías? Paupérrimo voy entrando al reino de los ricos y me robo los panes rellenos de queso e injusticias, mendrugos, acertijos del estómago para entretener el hambre de mi hacer.

Morelia de mis amores

El patrimonio cultural de la humanidad es una calamidad, un calambre de la arquitectura-émulo que pone tiesa la mirada. Ostracismo en el rincón de Prados Verdes, traigan ya esa botella. Frente a Ciudad Universitaria hay una colonia que se llama Gustavo Díaz Ordaz. Morelia como cuna de la podredumbre institucional, tierra apestosa a partido político y a ríos muertos, ciudad que no se baña, ciudad se revuelca en el charco de la corrupción, su palabra-descompuesta favorita es pipí-popó. Tranvía de la calle con baches que transporta turistas con cámaras caras, los guías hablan de la cantera fría en donde los pobres diablos morelianos piden limosna que no les dan, porque lo único que dan los indigentes es mal aspecto a la catedral, eso dicen los empresarios que son los políticos que son los dueños de esta ciudad indigente. Tres nombres en este dieciocho de mayo: Guayangareo, Valladolid y Morelia. Fuentes y bancas bailando la danza del folclor del centro comercial, el tradicional viejito que te pone los productos en las bolsas rompe fácil, cinco pesos de propina por rústicos. Pellejos de Goethe, Fausto siempre será priista, Fausto Pellejo, símbolo de la democracia moreliana. Por el acueducto corre el agüita amarilla, el OOAPAS queda fuera, se inundó de sindicalismo. Las Tarascas son pirindas, y esto no lo dijo José Corona Núñez. Lo histórico parece un chiste sin chiste y se (cantera) roza la ingle con el camión Ruta 1 de su desgracia, camiones de humo negro en el pasado, presente y futuro, este porvenir con sus chóferes yo los bendigo: amos del universo y guapos como excremento. Morelia de las mafias que controlan a la universidad primitiva o fábrica de sueldos. Don Hidalgo viaja en la ruta roja 3, pagó su pasaje (subirá) con gallardía. Los obesos obreros andan en la del Madero Espiritista, madero atravesado en la avenida, ¡déjame pasar, cabrón! Porque cada moreliano tiene, por lo menos, dos carros, chingón de chingones. Festejos y fuegos artificiales, artificio para taparle el ojo al bache, ya dijimos bache, pero es que son millones. Bailarinas del libramiento, bailarinas del cinturón que va del Realito a Villas del Pedregal, bailarinas locas en la cola del ayuntamiento, el recibo de la luz es verde, el agua (supra), el predial, la tenencia, porque vivir en esta bella ciudad tiene su precio.  Los diputados locales están tristes porque no pueden dedicarse a lo que de verdad les gustaría ser: taxistas. Morelianos que sueñan con opíparos sueldos, su seguridad "segurea" en el ano de algún transexual de la Nocupétaro. Manos arriba de aquellos que chupan las tetas de esta vaca moribunda y loca llamada Morelia, patrimonio mamatorio de la comicidad, ¡esto es un asalto! El presidente municipal se sacó decenas de fotos mientras este texto se leía.