Un paraguas negro porta un elegante hombre. Lo lleva con orgullo, aunque no haya sol ni llueva. Ahí va el paraguas con su hombre, abriéndolo y cerrándolo para comprobar que sigue funcionando, para verificar la sombra seca que le proporciona el hombre al paraguas. Y si no sirve el hombre, si se descompone, no importa, hay muchas tiendas donde los venden.
lunes, 16 de junio de 2014
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