Abro los interminables candados que te tienen preso. Sigues ahí, como si nada hubiera pasado. No te veo feliz, la libertad es un engaño que se repite, ya me lo has dicho muchas veces. Me pierdo perdiéndote entre la gente que va haciendo poco caso del secuestro de las palabras. Te veo en la esquina, acostado, buscando otra perspectiva de las cosas. Arenas, Arenas, Arenas. También estás en el camión que va para Torreón Nuevo, eres el chofer y manejas mal. Una nube nos llueve, a ti en tu tumba y a mí en mi cárcel. Ubicuo Reinaldo, me sigues a todas partes, inspiras a esta cabeza loca que tiene piojos vegetarianos, me dejas ver las flores de la luna y disfrutar junto a ti de este mundo alucinante. Reilando Arenas antes del alba.
jueves, 9 de octubre de 2014
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