Compositor, maestro y activista social, Eduardo “Lalo” Solís se ha ganado el gentilicio de michoacano a todo pulmón. Nació en Coahuila pero lo trajeron a Apatzingán cuando todavía era un niño, de esto hace ya algunos otoños. Toca la tuba, piano, guitarra, percusiones, pero la composición es lo suyo, su aportación a la cultura es de carácter orquestal, como ocurre con los grandes hombres.
Inspirado y formado en la tradición del canto gregoriano, Beethoven, Mozart y la música popular, las composiciones de Lalo Solís se refieren al espacio y a la espiritualidad, es decir, al lugar sagrado en donde habita el ser humano: su cuerpo. El cuerpo entendido como recipiente sagrado y como analogía con el estado, el cuerpo social. La literatura y la filosofía han sido dos pilares importantísimos en su pensamiento, de Nietzsche a Ramón Méndez Estrada, la palabra es un referente muy fuerte en su música.
Ejemplo de esto es la obra que le fue encargada por el maestro Mario Taboada Rodríguez en torno al ilustre varón Vasco de Quiroga, misma que se estrenará en diciembre de este año, "si todo camina bien en cuanto al financiamiento", comenta el peculiar compositor. Esta obra lleva por nombre “Más que humano” y fue escrita por Caliche Caroma.
“Más que humano” es una obra que se asemeja a una “ola”, pues tiene la fuerza del mar que la antecede y acompaña, explica Lalo; han existido muchas interpretaciones sobre Vasco de Quiroga, pero esta composición pretende hacer hincapié en el humanismo que le urge a este país, y al mundo entero.
Muchas generaciones de nuevos compositores han sido formadas, influenciadas en el buen sentido de la palabra, por Solís, quien también ha participado en multitud de eventos de carácter social; es un músico que no olvida el sustrato al que pertenece: el pueblo. Del apoyo desinteresado para exposiciones pictóricas de artistas locales hasta la protesta por la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, Eduardo Solís es un creador comprometido con su entorno, es parte de las instituciones pero cuestiona a las mismas.
Por las mañanas se le puede encontrar en los cafés del centro histórico de Morelia, porque para él la contemplación es importante, “mi centro de gravedad se encuentra en la Catedral de Morelia, es una gran piedra que me atrae”.
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