Si las estrellas están tan lejos, tan allá, mejor no voy. Me quedo. Este hoyo ni es profundo ni es sexo. Mi casa, teléfono, película de ciencia ficción del qué está pasando, mi todo arañado, lleno de telarañas el firmamento, el nombre de las galaxias. Cielo estrellado que ya murió, me lo dijo un astrónomo que comenzó como astrólogo y ahora, en este momento, está borracho en la tienda de la esquina. Lo que vemos no es real. Lo que decimos no es tal. Hablo como escribo, con las patas astronautas, miro el cielo mientras caigo en este hoyo griego-mexicano, es decir, hoyo negro.
martes, 25 de marzo de 2014
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