miércoles, 12 de marzo de 2014

Música

  Sufrir de música enferma recostado en una cama matrimonial que no he comprado aún, malévola amalgama de silencios y conquistas que se retuercen en las tripas mías cuando mis amigos tocan la puerta, la tocan con tanta pasión que se rompe mi corazón y en Morelia sufro llorando por ellos, hago tangos con las suelas de mis zapatos regalados, chillo agudos que espantan a los gatos, pataleo las latas del te doy, el jazz que piden en los mercados, hago berrinches sonoros y los vecinos le pegan al techo con sus escobas, es que no soportan la música del arriba. Estos amigos de los que hablo orinan música, defecan música, toma música, el mundo es música para ellos, hay que dejar de tocar la puerta, amigos, ya no toquen la puerta que los vecinos son policías y tienen armas que no hacen música bailable. Vivo en un cuarto piso invertido, pago mil seiscientos tempos a la semana por algo de música, ustedes no lo entienden, crecimos juntos en aquella colonia para hombres, después de bañarme me pongo perfume y los recuerdos me afeminan, fuimos niños y ahora el recuerdo. Demasiados reyes carolingios que tocan el piano me felicitaron, voy a agarrar un atajo, consumí drogas en los callejones, síganme amigos, calles largas y calles cortas, calles que se muestran hostiles, que se demuestran nutridas y grasosas. Y los musicales donde bailaban los amigos de mis amigos aburrían a las señoras madres de ellos, bailes de ombligos, árabes cortando plátanos en los baños públicos, una sinfonía retórica para los menores que posan desnudos sobre los pantanos musicales, dejen de pagar menores cantidades cuando al baño van, caliche, saquen caliche de esas piedras, mucha cal como cocaína, amigos, nos haremos ricos, porque somos racistas cuando nos formamos por las tortillas, somos conservadores y hablamos chichimeca, para las tortillas falta mucho, por las tortillas, la canción de una bomba atómica que cae sobre lo impuro de un bolillo de dos días, no contiene conservadores musicales ni amigos, propongo masa drenada para el nombre de la banda, de verdad pierdo en los concursos de ratas, estoy seguro y firme y musical, pero pierdo, firmes soldados junto a la cama musical puso mi mamá, veo a mi mamá con un plato con caldo de pollo y a mis amigos que ven a mi mamá, escucho a mi mamá: Come, dice, no, digo, no puedo sentir los colores en mis pupilas y el caldo de pollo tiene mucha sal, Edipo y su lira están siendo mis amigos cuando la calentura hace que mi cabeza sea un globo, ¡mata a tu padre, dale en la madre!, estoy acostado en la cama, delirando, mis amigos ven la televisión mientras discuto con Freud. Pasaron dos días: Me recuperé, resucité y desayuné. En el camión escuché notas de reclamo y una uña de gato se encajó en el equipo de sonido camionero, se traba la lengua del disco compacto y me bajaron del camión por reclamar. Las pupilas de las que hablé hace rato piden una descripción y no les dan boleto para salir y entrar. Son mis pupilas, dilato la vía del tren de mi visión. Imperativa apropiación del campo semántico, exploro las piernas rasuradas del lenguaje. Vi, visité, exploré, toqué, tuve amigos, hice música con una lata de música. Toco, como, hablo, hago amigos en un pasado descompuesto mientras un mago me exorciza el presente desde su bola de cristal futurista. Exquisita y rica vomitada tradicional que fue esta canción, para mis amigos los músicos, los domingos ustedes no son mis amigos, ya los vi, después del fútbol de los sin piernas, que nos sorprenden por su fuerza vital y sus historias de triunfo, ya me di cuenta que lo único que quieren son mis cervezas. Malversación, gimnasia y posturas amistosas. En el festival se divertirán mis primas con mis amigos, los músicos.

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