1. La suerte está echada, voy junto a César cruzando el Río Bravo, huyendo del gobierno federal que es el verdadero demonio, me dirijo al infierno sin entender de qué huyo y porqué voy hacia allá, ¿quién es este César que me acompaña? Sé que estas aguas negras no son el Rubicón, ni estoy en la Galia, pero justo aquí, en las situaciones límite, está el valor de lo antiguo, la enseñanza de los clásicos, su sentido más profundo. ¿Dónde está el palafrén que me salvará de este escollo? ¿Quién se lo robó? Huyo como las ratas que saltan del barco que está por hundirse, sin saber que en todas partes está mi deletéreo fin.
2. Me han hecho firmar mi retractación, las miradas acusatorias son cuchillos oxidados que me trepanan la cabeza, los murmullos que provoca mi palinodia se escuchan como un tren de muerte que avanza cansinamente, el rubor colorea mis mejillas, la vergüenza pesa y yo soy tan débil. Canto esta canción del arrepentimiento forzado, canto mal la capitulación.
3. Soy un prevaricador, he faltado a mi deber, ahíto conmigo mismo, impropio llevo mi cuévano cargado de culpa. He pasado por un tamiz a mi alma, sucia está, soy un turiferario del poder, lamí las botas militares, los zapatos negros de la burocracia. Mi espíritu yermo va, ya no tengo nada, y yo que creía ser una bibijagua feliz.
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