¡Timbal, conga, clave y un repicao! Inventando la letra y la tonada, sonriendo a las muchachas, ha de bailar toda la madrugada, reinventándose al compás de la guaracha, la cumbia y el bolero, convidando a los presentes de lo bueno. Bebiendo mezcal o algún ron bueno. Dame salsa: Colombia, Cuba, Puerto Rico y Tepito, aquí el estrépito del alma, mambo y muchas ganas. El cantar de los cantares con jaleo, un buen canchondeo con la plena atrabancada. Oye, pero mira qué chico tan más encantador, toca el piano, el bajo y el tambor. Viene cayendo del avión, allá está, con su pelo pintado, pantalones ajustados, la cadena que sale del bolsillo, no lo calman, ¡dale suave! El ritmo que te atrapa, chacha la muchacha y un mucho de sabor, agua salada, guaguancó la compañía. Oye, ¿y cómo se llama? Se llama Alejandro y es rumbero. Tres de la mañana, es tiempo de salir del agujero. ¿A dormir? ¡Qué va! Apenas comienza la timba en su cabeza, su corazón y una cerveza.
martes, 29 de julio de 2014
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