Tengo un problema con la creencia en dios y en el amor. Creo demasiado en ellos. Soy un tonto. El tonto hace la felación dos veces, dios y el amor me tienen atrapado, y es de noche. Credo quia absurdum. Creo porque es absurdo. Salgo por la madrugada buscando respuestas, misteriosos personajes me observan, son cuadrados, rústicos y duros. Camino por los muros de las páginas de los Cuatro Libros que escribieron los Cuatro Maestros, son las cuatro de la madrugada. Llego hasta la frontera de la decencia de esta ciudad. En la entrada del Burdel Buen Prestigio yace un cuerpo inerte, es Bakunin, el ruso anarquista que fue despreciado y maltratado por Marx y Engels, una de las parejas homosexuales más famosas de la historia en sentido hegeliano. Me acuerdo y parafraseo las palabras del anarquista dos veces muerto: ¿cuál es la razón, o razones, por la que una existencia perfecta y absoluta, como lo es dios, devenga en seres tan imperfectos y efímeros, como somos nosotros? También el amor es sospechoso de esclavismo. Estoy hipnotizado ante la puerta de mis deseos y un cuerpo sin vida, ser para la muerte. Adentro del lugar todavía hay movimiento. El envolvimiento físico y sentimental de una mujer desnuda es arrebatador, olvido y dolares, le digo adiós a dios y al amor por un momento, traduzco mal lo que pienso, pienso mal después de una cerveza muy cara, ya en la cama de la mañana le digo a la desconocida:
Vámonos lejos de aquí. Ahora mismo. Suena el timbre. Un perro ladra. Un escritor borracho. No digas nada, sólo vámonos. Si tuviera mi tarjeta verde, ¡hijos de la chingada, mi tarjeta verde!
Let's get away from here. Right now. The doorbell rings. A dog barks. A drunken writer. Do not say anything, just let us go. If I had my green card, motherfuckers, my green card!
Ya no quiero ser así, pero lo hago en inglés que no sé, pragmático y vulgar en un lugar donde no puedo preguntar como acá, de este lado, ¿dónde está el bar? Viajo preguntando hasta Europa, es el mapamundi de mi librero. Rezo al revés en francés, Le homme de fue, el hombre de fuego, Dieu ou l'amour, ¿cuál de los dos? Ninguno, ni uno, sí, ambos, los dos son uno solo, creo en al amor a pesar de todas las pedradas de la contradicción, me apedreo yo mismo. ¿Qué es Darwin ante el abrazo que me recibe a media noche? Dios en la palabra es perseverancia, me lo repito en varias lenguas: kami, god, olorun, dumnezeu, bog, deus, jainkoa. Hay más cosas que desconozco pero no todas me preocupan con la misma intensidad, con la misma pasión. ¿Qué existencia no los contiene? ¿En qué lugar está la ausencia de dios y del amor? El portugués es idioma y gentilicio de Pessoa, que también escribió sobre dios y el amor. Pude haber nacido en Rusia o en Nigeria, Puebla o Guanajuato, no sé japonés, no sé mandarín, Lao-Tsé tomó mucho té cuando estaba por explicarme el secreto del lenguaje, de la palabra amor, del principio dios. Confundido busqué a Kung-fu-tsé, "no sé distinguir lo perfecto, olvidé el mandato", esto me dijo el filósofo. Regresé a mi cuarto, eran la cuatro, llovía. Dejé en el escritorio imaginario la pluma del pájaro de la creación, entonces comprendí que el silencio es un beso.
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