Hay un tubo oxidado por el que viajan los pensamientos míos, un desagüe de ideas que descarga en el río mis vergüenzas: el detergente de mis ocurrencias, aguas negras de lo que digo y escribo. Contamino a medio mundo: ratas, cucarachas y poemas. Y no me da pena, no siento culpa, aunque mis deshechos sean los más asquerosos sigo bajando la cadena de lo que creo.
martes, 29 de julio de 2014
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