jueves, 27 de junio de 2019

Denunciar, acusar y señalar

La denuncia anónima fue un éxito en la Cuba castrista, Reinaldo Arenas lo cuenta muy bien en su autobiografía, "Antes que anochezca"; él mismo fue víctima de este método, cualquiera que tuviera un poco de mala suerte, fácilmente caía en esta navaja de doble filo. Y él tuvo muy mala suerte. Fulano denunciaba al del piso de enfrente sólo porque le caía mal, "ahí hay un contrarrevolucionario", y con eso bastaba para que los esbirros apresaran al infortunado, que no podía defenderse, con la denuncia anónima era suficiente, suficiente para arruinar una vida. Señalar sin ser visto, arrojar la piedra y esconder la mano, acusar al otro desde la oscuridad; práctica que hoy regresa con más fuerza que nunca.

Pero también la denuncia directa tiene sus aristas, sobre todo si están involucrados los intocables niños/adolescentes. Arenas estuvo procesado por "acoso a menores de edad". El escritor cubano explica que estaba en la playa disfrutando del mar con sus amigos, se le acercan dos jóvenes, 16 y 17 años, platican, flirtean con él, Reinaldo se ausenta un momento y cuando regresa ya no están sus cosas, unas aletas de natación, chanclas, cartera, etc. Busca a un policía, le explica lo sucedido y van en busca de los muchachos. Los encuentran y ellos se defienden diciendo que "ese hombre quiso abusar de nosotros, se descuidó y nos trajimos sus cosas en venganza". El policía no pregunta más, ¿quién va a dudar de los impolutos menores de edad?

Encerrado en El Morro, cárcel castillo muy famosa en La Habana, trató de defenderse como pudo, pero no le alcanzó. Como homosexual, la pena contra Reinaldo Arenas es grande, este degenerado sólo podía aprender mediante un castigo ejemplar, y así ocurrió. Estuvo obligado a aceptar lo que no había hecho, cuando salió del encierro no pudo encontrar paz, la persecución fue feroz, el señalamiento nunca cesó, las denuncias anónimas se sucedían una tras otra, el pueblo estaba alerta y siempre dispuesto a poner el dedo, mucho más a un marica como él. Intentó suicidarse varias veces, pero no tuvo suerte. Salió en el éxodo del Marielito y murió de sida en los Estados Unidos.

Epílogo

El ejército mexicano lanzó una campaña durante su guerra contra el fantasma del narco en 2009, denuncia anónima, denuncia ciudadana. En la calle donde vivo, Paseo del Roble, allanaron dos hogares de familias que lo único que hacían era sacar a sus perros y no recoger las cacas que estos dejaban en las casas aledañas. No se encontró nada, pero el susto quedó ahí, el trauma, el miedo a que alguien te denuncie porque le caes mal y todo se vaya al carajo porque aquí la justicia está más cerca del chisme que de la verdad. ¿O será que la verdad sólo es un rumor?

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