Cada mañana un señor salía a leer en la banca que tenía afuera de su casa, de las ocho a mediodía, sin fallar ni una sola vez. Su joven vecino lo observaba desde hacía mucho tiempo y no pudo aguantarse las ganas de abordarlo, "Usted lee mucho, seguramente es muy inteligente". A lo que respondió el lector empedernido, "No leo para hacerme más inteligente, jamás se me hubiera ocurrido tal tontería, lo que pasa es que no aguanto a mi esposa, que siempre madruga, y en lugar de hablar con ella prefiero leer cualquier libro que cae en mis manos". El curioso joven se retiró lentamente y jamás volvió a hablar con su vecino.
jueves, 27 de junio de 2019
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