Mi miembro tumefacto al orinar ardía,
lo aplastó y torturó la Flor de Asfalto,
pseudo mujer que engañó a este incauto,
con sus gruesas manos torció mi hombría;
sus tetas macizas y un calipígico reverso
prometían otra victoria del falo perverso,
quedé embelezado al verla en esa esquina,
como un venado que en el remanso bebía,
y me acerqué dispuesto a grandes fechorías,
sin sospechar que en presa me convertiría,
¡vaya enseñanza por no fijarme en la traza!
Esta dama en el engaño no sólo era diestra,
resultó del infundio una sublime maestra.
martes, 21 de marzo de 2017
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario