Si vas a saltar desde la ventana de tu casa, te recomiendo hacerlo de madrugada, a la hora que todos tus vecinos están descansando de su monótona existencia. Así podrás caer con la espontánea precisión que es propia de los suicidas. Esas ganas irresistibles de estampar tu cara contra el pavimento cuando el barrio está en silencio. Destrozar tus huesos uno por uno, regar la sangre por la calle y salpicar la casa de enfrente. Recuerda que es mejor de madrugada. Y si no saltas tú, alguien más lo hará.
(2003)
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