Qué triste que las promesas no se cumplan, mayas de Wall Street, apocalipsis Walter Mercado, los vendedores de seguros se hacen millonarios. Nostalgia alrededor del penúltimo desayuno, el café sin sustituto de leche, sin azúcar mascabado, la mesa está servida pero el fin del mundo no llega. Llueven improperios en las iglesias de los pobres, no hay motivos para abrazar a los lisiados de espíritu. En este deambular por lo políticamente correcto, dos pesos en el bolsillo de las jitanjáforas, en la lista del carajo no cabe ni una aguja más, millones ofrecen su sangre al tatuador. Tantos tontos en tropel, muchedumbre de gases, flatulencia masiva. Los filósofos del marketing engañan por definición, venden cremas en las farmacias, mágicas pócimas que curan las ansias del pesimista, a pesar de las escrituras y los profetas aún es posible encontrar magia en las braguetas. El reflejo asociacionista de los espejos ha engañado a muchos, vidas pasadas por agua, saliva con sida, buscan ser malos aunque acaricien ancianos, se comen los mocos de los recién nacidos, les levantan las faldas a la igualdad y a la justicia, cagan respeto y orinan los buenos días. Qué poca vergüenza tiene la historia, que después de tanto daño sale a pasear en bicicleta.
martes, 21 de marzo de 2017
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