viernes, 11 de agosto de 2017

A veces canto el himno nacional

Gamborimbos vienen, gamborimbos van, esta sed de amar se quita con un madrazo en la espina dorsal. Caminé entre los muertos de las oficinas asépticas, arrastraba mi putrefacto orgullo sin golpear ningún cadáver, las aves vuelan según el permiso del gobierno, nadie por encima de la ley, todo por debajo de la mesa: un perro, una caricia, uno-dos-tres probando; aves allá, yo entre los muertos. Creacionismo creciente, craso devenir, donaré mi sangre a los vampiros de Asís. Pobre, pobrecito, paupérrimo, pasajeros pajeros, esto un asalto fue, les vengo ofreciendo las manos de Víctor Jara, la cabeza de Miguel Hidalgo, los huevos de oro, los frijoles mágicos, los puntos sobre las cejas de algún cholo llamado Ignacio, Nacho, Nachito no tiene pito, Pepa la cerda, Dora la violadora, se me escurren los mocos aguados cada vez que canto. A veces canto el himno nacional mientras espío a la vecina, soy heterosexual, soy heterosexual, soy.


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