La literatura engorda y te extraño tanto. Lamo los platos en los que comimos ayer. Tu recuerdo es un resto pegado en la loza del pasado. Escribí un cuento que parece poema, lo mandé a la chingada y me lo regresaron. Qué paredes te separan de mí, dónde están los signos de interrogación, quién es el escritor de tus días. Llegaron los libros de pasta dura, me humillaron, se burlaron de mis ediciones de autor, me dijeron que no servía para nada. Soy un bueno para nada. Soñé contigo la otra tarde, mientras trabajaba, te hacía el amor con tocino, pero tú me decías que no comías carne. Cuando desperté seguía siendo el mismo gordo de siempre, el gerundio con lonjas, el que te piensa en hipótesis de flores. Bueno, sigo en lo mío, es decir, pobrecito.
viernes, 11 de agosto de 2017
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